Muchedumbre
Cada vez me abruma más la gente, voy camino a aislarme indefectiblemente, espantado por el bullicio de las multitudes que arremeten sin miramiento. Avanzan a paso indeclinable sobre el espacio público más diverso.
Solo hay que saber evitarlos y escaparse.
Alternativa que muchas veces queda truncada porque uno se sorprende encerrado, acorralado por seres que lo han invadido todo.
En esas circunstancias primero se conmueve, maldice las muchedumbres, y luego se pregunta qué hacer.
O para dónde disparar, que es lo mismo.
El problema en verdad no es tanto la muchedumbre sino la gente que cada vez es más bruta, más desconsiderada, más mediocre.
Gritan, tocan bocinas incansablemente, hablan atolondrados a decibeles abusivos y hasta se chocan al caminar mirando para otro lado.
Eso sin mencionar que estornudan sin taparse, suelen dejar los soretes de sus perros en las veredas y cada tanto alguno mea impunemente sobre un árbol o una pared.
El prejuicio sobre el retroceso en el comportamiento de las masas lo construyo en base a hechos de la experiencia personal, que lo observa todo en comparación elíptica con la generación de mis abuelos, notablemente muy superiores en la calidad de sus valores a las hordas brutas e ignorantes de estos tiempos.
No es que fueran mis abuelos, era otra generación. Que mayormente a diferencia de esta que parecería que denigra el ser, lo enaltecía con sus conductas.
Basta ver fotos espontáneas de la gente de aquellos tiempos para percibir que vivían con otra actitud, otro esmero.
Hoy prepondera la mediocridad y dejadez.
Antes se vestían mejor, ahora hay zaparrastrosos por todos lados.
Gritan, estornudan sin taparse, andan con cervezas de vidrios o puchos matándose sin advertirlo mientras vulneran el espacio ajeno sin la más mínima consideración, desparramando basura por todos lados.
Para lo único que sirve tanto despropósito es para advertir los niveles que alcanza la mala educación.
Las muchedumbres invaden todo con desparpajo y anuncian un futuro cada vez peor porque las manifestaciones que proponen con su decadencia son inimaginables.
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