jueves, 31 de enero de 2019

Los problemas


No quisiera decir que es posible liberarse de la totalidad de los problemas porque estaría incurriendo presumiblemente en la suposición engañosa y entusiasta de una realidad idealizada.

Debería moderar el optimismo y decir con más mesura que es posible reducir los problemas al máximo hasta llevarlos a una zona de inexistencia que podría avizorarse pero no emerger de manera elocuente y definitiva.

Porque problemas siempre hay.

He aquí tal vez la primer certeza que pongo a consideración de las diversas experiencias de vida que sabrán validar o refutar en función de sus vivencias o saberes específicos que les aportarán por supuesto una fundamentación razonable como para defender apropiadamente sus posiciones.

Por algo pienso que son más inteligentes que yo.

Pero dejando de lado ese rapto de humildad creo que los problemas son un tema con el cual lidiamos todos de alguna manera. Y como tal tema de la dimensión humana, nadie puede desentenderse, porque le es propio y lo asiste en su existencia.

Quiero decir que le guste o no lo acompaña en su vida cotidiana.

De ahí en adelante existen los matices que cada uno podrá observar. Y las decisiones personales que son determinantes en crear el mundo en el que cada uno de nosotros vivimos.

Eso hace que algunos tengan problemas de una dimensión mayor a otros que tienen problemas de una dimensión menor.

En lo que a mí respecta no me gusta tener problemas evitables, que son los que uno por su proceder puede fomentar o bien crear las condiciones para que emerjan primero y se manifiesten después.

Esos problemas diversos, numerosos e indeclinables siempre los he evitado gracias a andar atento por la vida y vislumbrar condiciones claras y notorias que presagiaban la aparición de los mismos.

Debo reconocer también que varios de esos problemas que podrían presagiarse con claridad ante los ojos de un espíritu atento, fueron siempre alertados por una condición conveniente del ser que tiene que ver con una perspectiva de razonable desconfianza, que posibilitaba primero advertir el despliegue de situaciones que podrían producirse y luego anunciar con cierto margen pequeño de error un futuro a todas vistas claro para cualquier observador atento de las situaciones que se presentaban.

Pero convivir sin problemas parecería una posibilidad utópica quizás cercana al ser que se aferra a su status quo y se encierra en su mundo previsible de certezas. 

Esa decisión arbitraria, personal y por supuesto respetable, no es muy tentadora para quienes quieren ampliar su mundo y aventurarse a las nuevas circunstancias.

Por lo cual si los problemas se presentan deberán ser bienvenidos.

Aunque siempre observados y reducidos.

¿No?


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