sábado, 26 de diciembre de 2015

La misa de Navidad



Mi madre me dice que ha habido muy poca gente en misa. Que en verdad no había casi nadie, estaba ella y un par de personas más.

Cuántas?

No sé.

Pero más o menos. Cuántas?

No sé Juan.

Un porcentaje, por lo menos. Cuánto de la ocupación?

Ahh, eso ni idea.

Diez por ciento, veinte por ciento?

Ni idea Juan, muy poco. Muy poca gente.

No hay responsabilidad ma, han cambiado los tiempos. Me quejo, mientras me mira como si tuviera una respuesta para explicar la desgracia en la cual, en apariencias, se encontraría inmiscuida la iglesia del pueblo. 

En apariencias porque por una misa navideña no se podría determinar que hay una merma notoria de público. Ni por supuesto tampoco que hay una tendencia a la baja indeclinable, que merece ser considerada para abordarla con la mayor responsabilidad del mundo y revertirla como sea. Porque de lo contrario retrocedería la difusión de sanos valores, menguaría la fe en la localidad, se generarían tal vez condiciones para que comportamientos maliciosos se expresen sin culpa.

Y unas cuentas cosas negativas más.

Por eso sería conveniente y necesario tomar cartas en el asunto y revertir como fuera la tendencia a la baja del publico en la iglesia local.

El cura debe estar preocupado, dice mi madre.

No creo, ma.

Sí Juan, había muy poca gente.

Ese no es mayor problema, se puede revertir, el comportamiento de la gente es muy volátil. En todo sentido, le digo. Fijate por ejemplo que lo mismo pasa con el voto. La gente vota para un lado un día y para el lado contrario el otro. 

Vivimos en la volatilidad, sentencio.

Te parece?

Y sí, ma, algo de eso debe haber. Lo otro que podría estar operando es que el padre quizás los reta mucho.

Más o menos, Juan.

No sé, ma. Hablo sin saber, como tantas veces. Porque me preguntás, y alguna hipótesis hay que tener. Alguna explicación razonable hay. Solo buceando causas, situaciones, informaciones, uno puede pensar un poco y balbucear algo. La explicación última no existe en la complejidad del ser humano. Qué se yo, pero si se da alguna hipótesis razonable, se puede incidir en la realidad y revertir la falta de público.

El cura debe estar preocupado, Juan.

No creo, ma. Ya estará acostumbrado.

Pero era la misa de Navidad.

Sí, eso es cierto. El tema no creo que sea el cura. El hace muy bien su trabajo. Habla sin titubear como si tuviera todas las respuestas. No duda en lo más mínimo y le dice a la gente cuál es el camino. 

Además ya saben todos lo que les espera si osan tomar otros rumbos. La última vez que escuché parte de la misa en la televisión vi con la convicción que el cura amenazaba.

El infierno existe, Juan.

No sé, ma.

Existe.

No sé, Juan. A mi me preocupa que cada vez somos menos. Yo igual recé por todos. Pero éramos muy pocos. Y era la misa de Navidad. 

No había nadie.

La iglesia no va a cerrar, ma.

Por supuesto Juan. Eso seguro que no.

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