domingo, 18 de octubre de 2015

El desafío de construir un liderazgo colectivo


Voy a arriesgar algunas hipótesis que pueden ofrecernos una explicación razonable de lo que ocurre con el tema del liderazgo en la Argentina. No están sustentadas por ninguna investigación científica, con lo cual no tienen ningún margen de error. Pueden ser, totalmente desacertadas.

Si no fuera porque creo en la inteligencia de los lectores y en la calidad de los argumentos para sustentar perspectivas, me debería delimitar a las formas formalmente aceptadas y reducirme a fundamentos que se miran con buenos ojos, y requieren muchas veces aducir que tales o cuales aseveraciones son resultado de trabajosos estudios que surgen después de sinnúmeros casos que han venido a decirnos cómo son las cosas y cuáles son las verdades definitivas.

Por supuesto siempre sospecho cuando alguien recalca que sus dichos son resultado de investigaciones esforzadas, que le permiten decretar tales o cuales verdades del mundo social y establecer así síntesis en general demasiado pretenciosas.

Sospecho quizás porque el empeño en acreditar esos estudios, procura edificarlos como verdades que no permiten la reflexión. Y dejarlos así impolutos para afirmar las cuestiones más diversas sin ofrecer el más mínimo margen a la duda, que es la instancia necesaria para favorecer la reflexión y facilitar la inteligencia.

Y si el preámbulo es excesivo, sepan disculpar, al no tener estudios de casos que validen las hipótesis, prefiero desarticular las patrañas de otros tipos de aseveraciones y resaltar la conveniencia de pensar autónomamente para construir las propias verdades. Que suelen ser las que a uno les resultan más razonables o convenientes.

El tema es que pensamos que alguien nos va a salvar. Que una persona de los cuarenta millones de argentinos podrá ser Presidente, y con su iluminación nos guiará y salvará a todos.

Pareciera que esa actitud de buscar con cierta fascinación al salvador de los argentinos, revela cierta postura adolescente que tenemos como sociedad, porque esperamos que alguien sea quien resuelva todo y nos evadimos de la responsabilidad que nos concierne de ser partícipes en la construcción de la realidad.

¿Por qué ocurre esto?

Si bien el mundo se puede explicar con infinitas explicaciones, comparto unos breves comentarios sobre cuestiones que podrían incidir en este ímpetu por buscar a salvadores individuales en vez de colectivos.

Ustedes verán...

Cuando somos chicos esperamos todo de los padres. Somos débiles por naturaleza y la relación inicial supone que un mayor resuelva nuestras necesidades para permitir nuestra existencia.

Esa relación inicial que tenemos con mayores se extiende en el ámbito escolar, donde el maestro, que es quien lo sabe todo, se muestra como la persona que debe guiarnos y ayudarnos a alcanzar nuestra alfabetización.

Y esta situación es acompañada en la infancia con dibujos animados donde, ¿qué es lo que hay?

Superhéroes.

Si bien no vamos a endilgarle la culpa de la intención por generar líderes individuales todopoderosos a Batman, Robin, El hombre Araña o el Chapulín Colorado, es posible que ellos hayan tenido también su incidencia en la conformación de subjetividades que luego reclaman un salvador con poderes extraordinarios para llevar adelante el país y resolver todos los problemas.

Llegamos hasta acá para advertir ciertas implicancias que inciden en la construcción de subjetividades que demandan líderes individuales. Si bien podríamos extendernos hacia el terreno religioso, es suficiente haber indicado algunas procedencias discursivas para sospechar sobre sus injerencias.

Como sociedad, somos unos niños que reclamamos un papá que se haga cargo de todo.

Desplegamos así una actitud acomodaticia, que esencialmente enaltece al salvador para que haga lo suyo. Y disponga de lo que fuera para poner manos a la obra.

Después lo juzgamos como si fuéramos Dioses en el juicio final.

Claro que exagero, porque cada ciudadano desde su lugar hace su parte contributiva. Muchos se involucran directamente y otros hacen lo que pueden. Si pongo un poco de énfasis, es para hacer ruido y facilitar que lo esencial se escuche.

Por el bien de todos. Creo.

Por eso me permití enfocar el tema del personalismo. Porque creo que es una instancia necesaria superarlo para construir mayor calidad republicana y vivir mejor. Como si fuéramos un país que se sostiene en las instituciones más que en cualquier ciudadano, por más buena intención que tenga.

Es cierto que las hipótesis compartidas no están fundamentadas en investigaciones científicas debidamente realizadas o de sospechosa procedencia. Son apenas tímidos esbozos que procuran comprender porqué existe una predisposición colectiva a encontrar y construir líderes individuales favorecidos por poderes excesivos.

Si en algún momento queremos crecer como sociedad, sería importante que nos preguntemos si no es hora de fomentar un liderazgo colectivo.

Y obremos todos en consecuencia.

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