La Tristeza
La tristeza andaba merodeando. Me pareció percibirla hace un rato, pero solo advertí su aire de presencia. Tiempo después pareció tocarme la espalda. Entonces sí, me di vuelta y me abrazó.
Se aferró a mi persona con vocación. Me tomó todo el cuerpo hasta imprimirse en el alma.
Me sacudo para alejarla.
Vamos. Vamos…
No se va.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Podés dejar tu comentario como usuario de Blogger, con tu nombre o en forma anónima. Seleccioná abajo.