viernes, 1 de agosto de 2008

La Tristeza


La tristeza andaba merodeando. Me pareció percibirla hace un rato, pero solo advertí su aire de presencia. Tiempo después pareció tocarme la espalda. Entonces sí, me di vuelta y me abrazó.

Se aferró a mi persona con vocación. Me tomó todo el cuerpo hasta imprimirse en el alma.

Me sacudo para alejarla.

Vamos. Vamos…

No se va.


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