viernes, 29 de junio de 2012

Planetas


Hacía tiempo que no me pasaba pero hoy los planetas se alinearon. Podría pensar que no es casualidad, que las cosas tarde o temprano iban a suceder.

Pero sería despreciar el trabajo que tan bien hicieron hoy los planetas. Podría ofenderlos de algún modo y generar las condiciones inapropiadas para que vuelvan a alinearse.

Es más, tal improcedencia sería con claridad un despropósito. Porque ahora yo preciso lo ocurrido, lo doy por sentado. Con énfasis, como siempre.

Pero por qué debiera suponer que los planetas han de desalinearse. Esa sería una perspectiva negativa. La parte oscura de mi ser que viene a insinuarme esta posibilidad. Esta alternativa como una factibilidad de lo esperable, aún sin una fundamentación que la sustente.

Con tranquilidad podría pensar que hoy se alinearon y quedarán así para siempre. Me sobrepondría así a los malos augurios y facilitaría el buen ánimo de los planetas.

Que han hecho un excelente trabajo hoy.

Y sin dudas seguirán alineados.


Escritos de la Vida - Juan Valentini     *Juan Valentini es autor de "Escritos de la Vida", disponible en papel y ebook



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martes, 26 de junio de 2012

El ser confundido


Es fácil caer en la soberbia para etiquetar al otro, mencionarlo y señalarlo.

Aunque el precio tal vez es bajo en relación a los resultados. Si ese señalamiento despeja el mundo y favorece una sana incidencia, quizás valga la pena asumir el costo. Quedarse un momento en silencio y ajusticiarlo.

Condecorarlo como ser confundido que obra con maldad. Participa del mundo con bronca y le zampa su enojo en el rostro de los demás.

Una actitud de mediocridad y bajeza, que responde a una patología que es tan propia como íntima.

Sería abusivo destrabar aquí esas subjetividades intrínsecas del ser confundido.  Con seguridad deberían ser abordadas en tratamientos psicoanalíticos para precisarlas y procurar la cura.

Siempre que el sujeto quiera abordarse y tenga la intención de darse una nueva oportunidad frente al mundo.

Para salir así de su postura que cascotea lo externo y sus semejantes siempre con algún motivo.

Será que la realidad exhibe a seres confundidos que no pueden con su rabia. Sobrellevan sus frustraciones con enojo. Y propinan golpes, patadas o agravios como una salida a sus emocionalidades que los atormentan.

Es posible que piensen que ese tipo de catarsis va a ayudarlos a sobreponerse. Destrabará sus incompetencias y les presentará por arte de magia una nueva realidad.

Pero son presos de su cobardía. La comodidad de la queja es el sustento de su frustración.

En verdad no sé qué opina un tipo confundido. Ese que lo único que hace es agraviar al otro con cualquier motivo, y se queja de todo como si fuera una virtud su impericia.

Si tiene algún mérito, es la destreza para la maldad. Lo que lo instituye en un pobre tipo.

He aquí su condecoración.

Piensa que con agravios e insultos envenena a los demás, pero en verdad se equivoca.

Se envenena a sí mismo.



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sábado, 16 de junio de 2012

"Leyendo el Futuro: los libros, llaves para transformar la Vida"










Fue una reconfortante experiencia participar como expositor en la jornada: "Leyendo el Futuro: los libros, llaves para transformar la Vida", que se realizó este miércoles en el Salón Dorado de la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires.

“En ocho horas de relatos y conferencias trabajaremos tres ejes temáticos estratégicos: las Nuevas Tecnologías, la importancia de la lectura y la mejora subyacente, una vez adquirido el hábito de leer, de la calidad de vida”, anticipaba el evento.

Un aporte distintivo hicieron numerosos traductores hipoacúsicos, que transmitían las diferentes conferencias. También la transmisión por Internet que permitió seguir la jornada en vivo.

En la charla que ofrecí, compartí una mirada sobre las nuevas posibilidades y delimitaciones que ofrecen las nuevas tecnologías para la escritura, la incidencia que genera la escritura en el autor y los beneficios que aporta escribir para elucidar el mundo, empoderar al ser humano y facilitar el crecimiento personal, entre otras cuestiones.

Compartí también la concepción de que habría que evadirse de las respuestas y abrir más preguntas para facilitar el despliegue de la creatividad e innovación en este nuevo contexto tecnológico.

El evento fue un valioso espacio para pensar sobre las implicancias de las nuevas tecnologías, los libros, la escritura y la lectura en la vida cotidiana.

Agradezco la invitación a los organizadores y celebro que hayan llevado adelante esta importante jornada.



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lunes, 4 de junio de 2012

La conexión


La escritura y el hombre están atados por una conexión. Es una suerte de línea que los conecta. Los enlaza y entromete en una condición íntima e intensa, que es una especie de amorío.

Cuando uno escribe, incita, seduce y procura ese encuentro. Si tiene suerte cae en cierto enamoramiento más o menos fugaz, pero siempre disfrutable.

Es ahí cuando comienza a abrirse un mundo, el escriba cae inmerso en el encanto y cada tanto entrega alguna margarita. Es el resultado de algún que otro párrafo que sucedió de ese amor.

Quizás de eso se trate, de lograr esa conexión silenciosa que permite desplegar palabras para elucubrar el mundo.

Algo así debe ser.

Se trata entonces de ingresar en cierto obnubilamiento, que de un chispazo haga desaparecer el mundo para enajenarnos de la realidad.

Esa intención suele ser lícita y placentera. Ocurre de vez en cuando.

A veces esa conexión está atravesada por interferencias. Cada tanto un párrafo parece replegarse, se muestra dubitativo y logra retener los dedos.

Vaya a saber cuál es el motivo que provoca esa restricción. Que genera la duda y contiene los dedos ante el teclado.

Es un titubeo difícil de elucidar. Como si fuera una energía que alerta sobre lo sucedáneo, persuade sobre el valor de la reticencia. Y amenaza con romper el encanto.

Habría que ver qué pasa si ganan esas pausas. Cuál es la realidad que nos espera.



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jueves, 31 de mayo de 2012

La queja


No voy a apuntar con el dedo a los demás, para describirlos con un artículo y una palabra.

Sería inapropiado de mi parte señalarlos. Indicarlos como caso de estudio o proponerlos como representantes del despropósito.

También yo he sido parte del equipo en algún momento. Un fiel exponente de la agrupación quejosos, que honré la Asociación quizás un buen tiempo.

Así que, si hay que ajusticiar a alguien, honesto sería de mi parte levantar la mano. Y pasar al frente.

No por el presente, sino por algunas esporádicas situaciones del pasado.

El problema es cuando esas esporádicas situaciones se transforman en lapsos más prominentes, más estables y recurrentes.

Es ahí cuando la persona asciende a la etiqueta de quejoso. Anda por la vida e infecta a los demás.

Digo, afecta a los demás.

El quejoso es una suerte de estirpe que convive con nosotros. Lo cruzamos cada tanto si tenemos suerte, o lo sufrimos a diario si forma parte de nuestro entorno.

Todo ve mal el quejoso y todo es motivo de descontento. El país, los políticos, los deportistas, su trabajo, el jefe, la mascota…

Nada se salva de ser exculpado por el quejoso.

Porque hay una característica esencial que lo define. Forma parte de su filosofía irrenunciable y constituye lo esencial de su relación con el mundo.

El otro siempre es el culpable.

Otro en un sentido metafórico de la palabra, para expresar que lo ajeno es lo significativo. Siempre algo externo que a él no le compete. Salvo en su carácter contemplativo de observación, que desencadena enunciados que delatan la queja en cada una de sus palabras.

El quejoso tiene una particular habilidad, recolecta todos los datos negativos de la realidad, los entremezcla un poco y logra así fundamentar su posición.

No es que nos mienta a todos. Es que se embarulla a sí mismo.

Queda embaucado en justificaciones razonables y convincentes, suficientes para ostentar una mirada  de apariencias respetable.

El tema es que de tanto darse manija ingresa en una emocionalidad inconveniente para su bienestar y el de los demás. Porque primero se intoxica a sí mismo y luego ejerce un sutil pero perceptible envenenamiento sobre los demás.

Lo peor de todo, y esto es lo relevante. Es que desde la queja queda varado frente al mundo que se le impone.

Lo observa, lo relata y lo maldice.

Muy pocas veces enfrenta la queja y se pone a trabajar.



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lunes, 28 de mayo de 2012

Obsesivo


Al obsesivo lo podría narrar desde adentro, desde sus entrañas. Podría inmiscuirme en su subjetividad, atraparlo y presentarlo en sociedad.

Es una posibilidad que me aporta cierto rasgo de mi personalidad. Ocurre cada tanto, primero con un leve vestigio que se insinúa y luego con la predisposición que revela la elocuencia.

En ese momento es cuando podría procurar atraparlo, pescarlo de algún modo. Porque es ahí, en ese instante, donde se manifiesta. Se hace presente y emerge a la superficie.

Todo un conjunto de vueltas para lograr el cometido.

Cometido, palabra de hombre mayor. De anciano.

Por qué dije cometido?

No entiendo. Cometido suena fuera de época. Como resultado de alguien mayor que abre la boca y puntualiza la realidad.

Son los mayores los que usan esas palabras, como artilugios del lenguaje para precisar el mundo.

Debo estar grande. Definitivamente debo estarlo.

Algo pasa que dije, cometido. Cometido.

Debí decir, el propósito. Pero qué hice?

Me engañé a mí mismo. Me detuve ante las teclas que iban a escribir, el propósito.

Por qué?

Porque propósito digo mucho. Apunto mucho en mis textos. Entonces no quiero abrumarlos, abrumarme a mí mismo en la escritura. Quiero refrescar lo dicho, la manera de decirlo.

Entregar un texto limpio.

Todo eso pensaba y ahí apareció la represión. Los dedos que titubearon.

Dudaron primero.

Luego se detuvieron y volvieron sobre sus pasos.

En verdad no volvieron. Porque no escribieron, propósito. Si no que se detuvieron.

Eso hicieron.

Ahí fue cuando dije, cometido.

La palabra se escabulló y acá estamos. Perdido ante la realidad que me trajo esa palabra.

Me deja ahora tildado, mientras miro cómo la página se queda en blanco.

Y se escapa el obsesivo.



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sábado, 26 de mayo de 2012

Ahora...


Podría probar seguir el pensamiento. Dejarme llevar y apuntarlo todo.

Sería como abrirse el pecho y entregar el alma. Una acción de riesgo porque descarnaría a uno frente a los demás. Lo dejaría expuesto en cuerpo y alma.

Eso sería apuntar el pensamiento. Tipearlo todo sin permitir la injerencia de ningún filtro. De nada que retacee la próxima palabra, que la reprima para advertir su inconveniencia. Dejándola silenciada en las profundidades del interior.

Vaya uno a saber qué pasa con esas palabras. Esas frases o párrafos que insinúan presencia, pero algo las aquieta y hace que eviten salir a la superficie.

Es posible entonces que en esas profundidades haya mares de palabras, hechos, sentimientos.

Océanos de frases, párrafos y libros.

Mundos de metáforas.

Lo no dicho debe abarcarlo todo entonces. Tal vez impregne el interior de cada uno de nosotros, que sin querer fuimos permeables a la incidencia de esos decires que ahora desconocemos, pero se entrometieron en nuestro ser y se acomodaron en el silencio.

Eso seguramente es así. Aunque nunca nos lo hayamos preguntado.

Y recién hoy empecemos a darnos cuenta.




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domingo, 20 de mayo de 2012

Equivocado


Cuando todos están equivocados, debe ser uno el que está equivocado.

Lo pienso humildemente, es como que me redimo ante mí mismo. Con la nobleza de quien se involucra en el meollo de la culpa.

En una pausa pienso que quizás yo me equivoque. Que los otros en sus menesteres están en lo correcto. Obran como piensan y ofrecen al mundo sus certezas.

Es sólo en una pausa que pienso esto. Bah, me lo permito pensar antes de que entre la duda. Me traiga las certezas y me vuelva a fundamentar lo impropio de este lapsus.

Los motivos sobran.

Los hechos sobran.

Para vislumbrar circunstancias, apuntarlos con el dedo y reconocer la única verdad que hay entre el mundo, ellos y yo.

Que están equivocados. Que proceden desde el error, se aprisionan en creencias inconvenientes.

Para su realidad y para ellos mismos.

Puede que sea así. Eso es lo que pienso ahora. Aunque si me detengo un momento y me permito el sutil detenimiento del mundo que hoy me aprisiona, cambia la perspectiva.

Son todos unos angelitos.

Ocurre que hoy el mundo jugó una mala pasada. Un conjunto de trabadas que generan algún traspié. Que proponen la caída y hacen que uno escriba unas líneas para refunfuñar.

Dar cuenta del despropósito del día.

Desatarse del malestar o liberarse de ciertas vicisitudes, que en verdad son nimiedades. Insignificancias frente a las relevancias del acontecer humano.

Entonces nada es tan grave. Uno se detiene ante la vida, se observa un poco. Hasta se auto incrimina.

Total mañana será un nuevo día.




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