Sin respuestas
No es una trampa, es una ilusión.
Buscar las respuestas definitivas al ser humano y la existencia es una pretensión desmedida.
Con suerte pueden lograrse aproximaciones más o menos razonables.
Sería como intentar atrapar al hombre y decir…
Acá está.
Este es.
Para corroborar luego que una vez más el hombre se escabulló de las palabras.
¿Por qué queremos entonces atrapar al hombre y a la existencia?
Hay una disposición a la comprensión. Al entendimiento.
Estamos en el juego de la vida y queremos saber bien de qué se trata.
Nos arrojaron al mundo y acá estamos. Preguntándonos por verdades.
Las respuestas tentativas son hallazgos que iluminan el ser y la vida.
No son un mero capricho para decir…
Ahá, esto era.
Son pilares esenciales que permiten armonizar inquietudes y vivir con la mayor efectividad posible.
La antítesis de andar a los tumbos.
A la que te criaste.
Como manija de loco.
Sin saber quién uno es. Para qué está. De qué se trata vivir.
O cómo manejarnos con la mayor destreza posible en las circunstancias que presenta la existencia.
Por eso si bien no hay respuestas presumiblemente definitivas y unívocas, los zarpazos que le pegan las palabras al hombre y a la vida son muy plausibles.
Aunque el hombre siempre se escape.
Y aunque un nuevo zarpazo lo espere a la vuelta de la esquina.
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