El ser pijotero
Gracias a andar con cierta curiosidad y atención por la vida descubrí hace un tiempo que el ser pijotero es un ser limitado.
Cada uno es preso de sus decisiones y restringir el despliegue del dinero tiene sus consecuencias. Cuando alguien lo hace de manera excesiva queda delimitado por un mundo pequeño que lo empobrece y le impide acceder a mayores posibilidades.
Todos tenemos una relación con el dinero que supongo será dinámica y cambiante. Observarla cada tanto quizás nos ayude a concientizarnos de ella, para sostenerla o redefinirla.
La calidad de nuestras decisiones definen las posibilidades de nuestro mundo.
Por eso quizás me alerté al ver al ser pijotero en acción. Primero, como ocurre con frecuencia, sospeché. Luego observé una seguidilla de comportamientos en distintas circunstancias.
Finalmente al descubrir su lógica, la inquietud se transformó en certeza y pude observar que en verdad las consecuencias del accionar del hombre pijotero eran delimitar su mundo y consecuentemente precarizarlo.
Y no voy a decir aquí que hablo de un amigo o de mi suegro.
Pero el ser pijotero es como que se cierra una puerta gigante ante las posibilidades que se le presentan. Y al detenerse frente a esa puerta se niega la alternativa de desplegarse ensanchando su mundo.
Lo cual ofrece al parecer una única ventaja de dudoso beneficio. Que es asegurarle preservar el dinero en su bolsillo.
¿Para qué?
También es algo que inquieta. Porque el hombre pijotero está expuesto a cualquier desliz que de repente le arrebate todo el dinero que preservó con empeño.
Como una multa por ejemplo, que facilitada por un descuido le puede sacar de un saque siete mil pesos.
U otras circunstancias que cada uno sabrá.
En la trastienda del hombre pijotero quizás puede suponerse que lo que valora es más el dinero que la experiencia.
Se queda con los billetes para negarse posibilidades.
Es cierto que por cuestiones éticas, filosóficas, humanas, de respeto irrestricto al derecho libertario que supone que cada uno haga lo que se le antoje, uno no debería emitir opinión, balbucear nada al respecto, y dejar al hombre pijotero tranquilo con sus propias elecciones.
Porque si asume esa identidad y la honra, es evidente que tiene para él sus claros beneficios.
Aunque uno lo mire de reojo y crea que no hace ningún negocio.
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