viernes, 10 de febrero de 2012

El Saludo


El saludo es una práctica sencilla de reconocimiento.

Uno levanta la mano o inclina la cabeza, en señal de reverencia.

Afirma que ha visto al otro, lo percibe y reconoce.

Moviliza entonces su mano en alto, a media asta o con escueta timidez.

O bien inclina la cabeza como un gesto sublime hacia el otro. Que observa y devuelve.

Con mano o cabeza a voluntad.

De modo que opta casi por instinto la devolución del comportamiento.

Levanta la mano efusivo, la sube con menor decisión. O inclina la cabeza para expresar sus respetos.

Todo depende de la vista inicial, que es el prerrequisito para incentivar el saludo y provocar el gesto consecuente.

Sin avistaje, no hay saludo.

No me vió, se escucha en ese caso si alguien es víctima del injustificado desprecio.

Si en cambio la persona va sola en el auto. Es la mente la que queda rumeando en la explicación.

No me vio.

En los pueblos hay una intersección que se marca con claridad entre unos y otros. El saludo es el espacio que aparece como medio para el encuentro. Así que todo el mundo tiene que establecer una relación con él y darle la importancia que en el pueblo merece.

Si uno es político, por ejemplo, puede que sea un tema relevante. No sólo considerará levantar la mano con énfasis, o inclinar la cabeza con determinación.

Por ejemplo, si maneja.

También acompañará con gesticulación elocuente y palmadas bien propinadas sobre espaldas. Que en conjunto son una conjunción de técnicas gesticulares y sonoras que elocuencian la destreza en el propósito.

Los tímidos son otro segmento interesante a considerar. Se trata de quienes están más complicados. Porque tienen una restricción en sus gestos y en sus palabras.

De modo que se arreglan como pueden, para participar del saludo y salir airosos.

Así como el momento más glorioso del saludo se encuentra en las palmadas y abrazos con palabras oportunas. La decadencia aparece en su carencia. En quien decidió por motu propio desistir del juego.

Es quien resuelve quitar el saludo.

Es una acción que suele provocar desconcierto e incomprensión.

La víctima se pregunta por qué lo ha hecho, si nunca hizo nada.

Pero el otro ha resuelto de algún modo alzarse en armas. Negarse a cualquier opción sonora o de gesticulación que constituya cierta reverencia.

Y quitarle al otro su atención y reconocimiento.

Como una suerte de desahogo sobre un enojo íntimo y molesto.

De singular explicación.

Escritos de la Vida - Juan Valentini     *Juan Valentini es autor de "Escritos de la Vida", disponible en papel y ebook

2 comentarios:

  1. Enriquecedora y pintoresca caracterización, muy lindo reflexionar sobre un tema tan habitual y cotidiano!

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