domingo, 17 de abril de 2011

El Dedo Acusador


Es llamativo como un dedo acusador está haciendo de las suyas.

Se maneja a voluntad y de repente se presenta. Para advertir que tal o cual cosa está muy mal. Que es una barbaridad que ocurra esto o aquello. Que son Juancito o Pedrito los que tienen la culpa.

Los causantes del despropósito que deben ser ajusticiados.

El dedo acusador no escatima agravios. Se envalentona casi siempre desde el anonimato. Observa a su víctima y arremete. Con toda la furia inusitada.

Es notable observar cómo se percibe su agresión. La intención dañina y maliciosa que procura.

¿Para qué sirve el dedo acusador?

Tal vez para destilar rabia, impotencia o veneno. Para evadirse de la responsabilidad. Para echar culpas y aliviarse.

No sé.

Habría que inmiscuirse en las procedencias de su inconsciente. Profundizar en la subjetividad que lo incita. Lo provoca hasta manifestarse. Y lo alza con determinación.

Pero yo no creo en el dedo acusador. Por mediocre, maleducado y traicionero.

Creo mucho más en quien apunta.

Porque mientras el dedo acusador critica, su víctima trabaja. Y, aunque no trabaje…

Seguro que algo más productivo está haciendo.
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