viernes, 5 de julio de 2024

¿La palabra es la mejor arma?


No concuerdo con la frase que dice que la palabra es la mejor arma.

Me espanta la concepción de esa perspectiva aunque debo reconocer que trae consigo mucho de verdad.

Escribir es disparar.

A veces.

Y yo como toda persona que escribe a veces apunto y disparo. No puedo desentenderme de esa tentación de apretar el gatillo.

Lo cual no quiere decir que concuerde con la connotación de la palabra como el arma perfecta.

No me gusta.

La rechazo esencialmente, aunque la ejerzo a veces sin medias tintas.

Doy a la sien, o al corazón.

Es lo mismo.

No de personas, por supuesto. Si no de viscisitudes de la vida, comportamientos, inquietudes.

Lo que sea. 

Apunto y disparo.

Joder.

Pero decir que la palabra es la mejor arma se bandea para el dado presumiblemente negativo. Porque la palabra no destruye únicamente, sino que esencialmente construye. 

O bien, no destruye, acomoda. Se hace cargo de calibrar el mundo desbarajustado.

Si tiene esa intención, por supuesto.

Además la palabra no puede ser solo un arma, es por el contrario un puente para encontrarnos, para fomentar los buenos sentimientos y elaborar la buena vida.

Porque si bien con la palabra se puede disparar y darle con frecuencia en el blanco para ajusticiar o acomodar el mundo desbarajustado, también se puede curar, contener, amar. Elaborar el mundo para que luego aparezca.

Y hasta salvar al hombre de sus desgracias.



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