lunes, 22 de julio de 2024

La suerte


A esta altura de la vida ciertos comentarios me exasperan. 


No tengo paciencia.


Esperemos que todo vaya mejor, escucho a una persona decirme cuya posición existencial es quedarse de brazos cruzados sin ejercer la más mínima acción para construir su realidad ni obtener logro alguno.


Me muerdo los labios, me inquieto. Si fuera violento la estaría estrujando con los dos brazos, cortándole la respiración hasta impacientarla, para proceder luego pegándole una patada en el culo.


A ver si toma conciencia.


¿La  violencia física será un desborde inaceptable que se ejerce por ese motivo?


Un sopapo a tiempo es bueno, escuché alguna vez.


Me parece una locura, un despropósito, una acción inadmisible y repudiable. 


Por eso si algo de violencia tengo la ejerzo en la imaginación. En ese terreno me permito pegar sopapos a voluntad.


Aún cuando parezco imperturbable.


Si no hacés nada, no vas a lograr nada, suelto.


La jubilación no va a existir, remato como expresando la obviedad que aspira al movilizador avivamiento, que no es ni más ni menos que tomar conciencia primero con la finalidad luego de hacer algo para lograr algo.


En vez de andar diciendo que Dios proveerá. O creer que nuestra situación es estrictamente consecuencia de un mandamás que define nuestro destino.


Más que esperar que todo vaya bien hay que actuar con compromiso y responsabilidad. Hacer nuestra parte.


La suerte se construye, remato.


Y si te quedás de brazos cruzados la suerte que estás construyendo no creo que sea buena.


Porque la mala suerte también se construye.



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