El plomero del barrio
Vino el plomero y estoy preso. Resguardado arriba de la casa, sin hacer el menor ruido posible para evitar que advierta mi presencia y pueda ser peor.
El hombre tiene la fama de arrancarte la cabeza y los vecinos han manifestado su indignación y recomendado fervientemente no llamarlo.
La última situación que fue anoticiada la reveló la señora Sarita, que es una activa participante del grupo de WhatsApp de vecinos. Dijo que por prenderle el termo le había cobrado chiquicientos.
Digo chiquicientos para no mencionar la cifra estrambótica que a cualquiera dejaría con la boca abierta.
Pero la cifra que mencionó Sarita es en verdad escandalosa.
Imagínense lo peor.
Otros vecinos al unísono empezaron a referir situaciones similares y se reiteró la sugerencia de no llamarlo bajo ningún concepto.
¿Por qué lo llamamos nosotros entonces?
Un poco quizás porque algo de tontuelos tendremos, y otro poco porque necesitamos resolver sin demora la pérdida del baño de abajo, y no queríamos aventurarnos a otras personas sugeridas porque dicen que vienen y no vienen o no hacen bien su trabajo.
Así que convinimos llamarlo por última vez de urgencia al plomero más famoso del barrio a sabiendas que es cumplidor, viene sin demoras, y que por voluntad propia pondremos la cabeza en la guillotina para que nos ejecute con el precio que indigna.
Convenimos también no preguntarle el importe previamente para no retroceder en nuestros pasos y darle absoluta prioridad a la resolución del problema en forma inmediata.
Y aunque no urdimos un plan para morigerar la arbitrariedad del precio que podría pergeñar el plomero y animarse a anunciarnos sin ponerse colorado, espontáneamente me recluí arriba y le sugerí a Flavia que actúe como pobrecita para que el hombre de alguna manera se apiade del pobre angelito y cobre un precio caro pero no excesivamente humillante.
También le sugerí que sea hospitalaria y construya una buena relación con ese buen hombre. De modo que lleve a la persona a obrar con compasión y cierta misericordia.
Pero la treta seguro será fallida. El hombre ha decidido ser millonario y está determinado a no desistir de eso.
Algunos vecinos lo estamos ayudando. Pero él también nos ayuda mucho a nosotros.
Y si se hace millonario debe ser porque se lo merece o porque hay tontuelos que lo siguen llamando de urgencia y confían plenamente en él.
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