¿Cómo vivir sin problemas?
Ahá.
Veamos…
¿Se puede vivir sin problemas?
Difícil, por no decir imposible.
Lo que se puede es reducirlos al mínimo posible pero no eliminarlos.
Y esa burda técnica también tiene su costo.
¿Cuál?
Vivir menos, con más previsibilidad, con menos aventuras, desafíos y logros.
La estrategia, me quedo acá. Así está bien, para qué me voy a meter en problemas.
Bueno, uno podría jubilarse de lo que viene y quedarse piola respirando, preservando el embole de la propia vida que invita a la reiteración de la rutina exudando previsibilidad.
Y quién te dijo a vos que está mal la rutina o la repetición y que además es un embole.
No hables pavadas, querido.
Perdón, sigo…
Pasa que algo tengo que decir y por ahí se me escapa la palabra.
La otra alternativa es inquietarse un poco y decir por ejemplo, che esto no es todo. No me voy a quedar en el comfort de la vida cómoda y hermosa que logré, por más linda y divertida que fuera.
No voy a ser el mismo hasta que me muera.
Mejor me sigo preguntando, ¿qué voy a ser cuando sea grande?
Más allá de la edad que tenga.
Voy a desestabilizar un poquito el presente para construir cada día un mejor futuro.
Si no me va a pasar como a esos viejos que viven poco y hablan de la vida que pasó con las anécdotas de siempre. En vez de hablar de la vida que construyen por delante.
Así que mejor miro para adelante, para no jubilarme en la vida que supe conseguir.
Para fomentar el deseo que es la esencia de la felicidad.
Y para vivir un poco más.
O para lograr vaya a saber qué cosa.
Sin reducirme a lo que fue, o a lo que es.
Y ahí obviamente vienen los obstáculos y los problemas que deberían enfrentarse con tanta valentía como determinación
Solo así pueden superarse.
Porque si no es todo piripipí.
Y más allá de esas dos perspectivas estructurales que favorecen o reducen la creación de problemas, y que sucintamente he procurado desarrollar de manera simplista pero elocuente, hay que saber que es imposible vivir absolutamente ajeno a los problemas más impredescibles que podamos imaginar.
A uno le duele de repente una muela, a otro le chocan el auto y a otro más le aparece una gotera en su casa.
O descubre que su mujer le guiñó el ojo al parquero.
Por decir gilipollas.
Por eso no reneguemos de esta condición natural de la existencia.
Sepamos surfear los problemas que se presenten.
Y sepamos también generarnos los problemas necesarios para contribuir más, superarnos y construir cada día una vida mejor.
Amén.
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