¿Cómo tomar buenas decisiones?
Es razonable que todos queramos respuestas. De ahí el burdo truco de innumerables libros que afirman que siguiendo tales o cuales pasos alcanzaremos el éxito, seremos felices para siempre y obtendremos sin dudar todo lo que queramos.
Y si no son pasos, son claves que si uno lee con atención serían como peldaños infalibles que nos llevan por fin a liberarnos de los intríngulis que fueran, superar los obstáculos que caprichosamente existen o emergen de la realidad y alcanzar todo lo que se nos antoje.
Respuestas prácticas y efectivas.
No preguntas.
Por eso siempre pienso que para multiplicar lectores uno podría caer en ese burdo truco con la intención quizás consciente o inconsciente de embaucar a las masas.
E indicarles el camino.
De modo que fácilmente puede recibirse de un parlanchín que se las sabe todas y oficia de pastor autoproclamado para entregar verdades definitivas con la fuerza de la propia convicción y la sana expectativa de un inmenso público creyente.
Amén.
¿Cómo tomar buenas decisiones?
Más que entregar respuestas invito a asumir preguntas y la responsabilidad de hacerse cargo de ellas.
Creo en eso.
Esa es la pregunta que nos convoca y a diferencia de las síntesis impolutas y definitivas, que en definitiva dicen como son las cosas sin chistar, la pregunta invita a reflexionar.
Qué le vamos a hacer.
Es para buscadores, no vagos.
Hay que elaborar, dilucidar, ilusionarse con la posibilidad de darnos cuenta. De acceder a perspectivas más o menos convincentes que en definitiva nos digan…
Es por ahí.
Fijate.
Así que preguntémonos más que respondámonos.
Lo primero creo es la observación. La apertura sin rechazo a la totalidad de la información.
Escucho esto y también lo otro.
Miro esto y también lo otro.
Si no me gusta lo que escucho o miro y constituye parte de la realidad, no importa, Igual lo tengo que escuchar y mirar.
Trato también de mirar para adentro. Cuáles son mis auténticas motivaciones, mis deseos.
Mis verdades del ser genuinamente esenciales.
Soy eso.
Luego problematizo y finalmente elaboro con intención de resolver.
Es menester llegar a síntesis que sean las consecuencias de la elucidación y tengan congruencia con nuestros valores y con quienes somos.
Luego procedo y me embarco en el proceso dinámico de la realidad para reconfifigurar decisiones, maniobrar con la mayor destreza posible y surfear la vida.
Siempre firme en el carril que invita a ser quienes somos.
Si eso es lo que queremos.
Si no, podemos andar a los tumbos, moviéndonos de carretera y transfigurándonos a voluntad para extraviarnos de nosotros mismos.
Ser una suerte de patán o farsante, disidentes del propio ser.
Una desgracia que tiene varios adeptos.
Y si bien podríamos problemátizar la cuestión de la pregunta inicial y desplegarla con mayor profundidad, podemos creer que de esta manera enunciada en los párrafos anteriores, podemos tomar muy buenas decisiones.
Creo, no estoy absolutamente seguro.
Fijate vos.
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