lunes, 16 de septiembre de 2024

Los vivos


No hay peor tonto que el que se cree vivo.


De chico me pasaba que los que se creían más avispados, los que se auto adjudicaban estar un paso más adelante que todos, eran siempre los chiquilines, inmaduros y más dañinos.


Los sufría.


A modo estoico, contemplándolos de alguna manera en las circunstancias en las que participaba.


Ellos ejercían sus boludeces como bufones que procuraban entretener a los parroquianos y yo los observaba con un único pensamiento en la cabeza.


Son unos tarambanas.


Recuerdo por ejemplo a un vivillo que molestaba a un compañero hasta perjudicarlo con impunidad.


Llegaba hasta pegarle detrás en la nuca mientras se mofaba como si fuera el más vivo de todos.


Y recuerdo también lo que más me molestaba. 


Reírse de algún amigo que participaba de cualqtier reunión, hasta el punto de ofenderlo, ridiculizarlo, burlándose sin la más mínima consideración.


Más de una vez tuve que intervenir para educar la zoncera ajena. Y más de una vez sentí que lo mejor era alejarme de esos personajes tan extraviados como nefastos, que no agregaban ningún tipo de valor a la vida.


Por suerte no vonviví con muchos de estos vivillos de chico. Y si se apersonaban bien sabía evitarlos o educarlos.


De grande casi nunca percibo a alguno, porque cuando ya intuyo que alguen de esta estirpe puede acercarse, escapo más rápido que un bombero.


Es cierto que nunca miro para atrás para enredarme en el mundo que pasó, aunque la reflexión aporta elaboración y toma valor de la experiencia.


Por eso tal vez recuerdo a un par de esos vivillos en la niñez, que no han demostrado ser muy avispados de grandes.


Más bien la adultez los ha revelado como los tontos de siempre.




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