sábado, 30 de septiembre de 2023

¿Se va a arreglar?


Quién sabe, cualquier parlanchín puede decir cualquier cosa y presagiar con mayor o menor suerte la solución definitiva o el fracaso estrepitoso.


La moneda está en el aire.


Mientras tanto lo que sentimos muchos es que cada día estamos en un movimiento al parecer interminable.


Que nos hunde para abajo.


Se me escapó, disculpen.


Pero acá creo que hay una única duda, una única disquisición que merece ser dilucidada de algún modo.


Si vamos de mal a peor, o si vamos de peor a mal.


Porque de bien a muy bien seguro que no vamos. Para eso falta un buen trecho.


En cualquier caso la esperanza menguada es lo que tenenos como para aferrarnos de algún modo a una ilusión que en las entrañas parece lícito que la supongannos fallida.


Siempre tan positivo, vo.


Es que los argentinos lo único que sabemos es que estamos en el fango y que por más pataletas que hagamos, por más que nos entusiasmemos con los salvadores de turno, por más excelentes intenciones que puedan tener todos los candidatos al empleo más importante de la Argentina, si somos bien pensados, por más que los planetas se alineen.


Y por más que….


El fango tiene un trecho largo, imprecisable, que no sabemos cuánto durará, y encima sospechamos, si somos mal pensados, que nos acompañará en nuestro hermoso pero sufrido país toda la vida.


Chán.


Si algún día de nuestra vida no escuchamos más la palabra doóar o inflación. Si al menos una semana no escuchamos la palabra pobreza, corrupción o piquete.


Si al memos unos poquitos días dejamos de oír la palabra asesinato. 


Entonces quizás habremos ganado. Y el triunfo será por fin nuestro.


De todos los argentinos.


Por eso compatriotas, hagamos siempre nuestra parte y honremos los valores que dan vuelta la página de la fracasada viveza criolla, y nos sacan de la obstinada decadencia que supimos construir. 


La fe nos acompaña pero tenemos una sola vida.




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