Compatriotas
Hace tiempo miro muy poca televisión. No porque no sea interesante y súper enriquecedora, sino porque creo haber destinado el tiempo de la vida suficiente a estos efectos y desde que me percaté de esto, me autoimpongo dedicarme a otros menesteres.
Uno no puede vivir de vuelta, lo que sí puede es recalcular y decidir lo que hace en el presente. Así que en esta cuestión, lo único que hago al respecto es bajar el tiempo de vida promedio destinado a la tv.
¿Está bien?
Quién sabe, son decisiones personales y cada uno puede hacer obviamente lo que considere conveniente o lo que se le plazca.
Porque a los masoquistas, no hay que dejarlos afuera.
Diego esto y sigo.
Como saben a mí me gusta la gente que se juega por sus convicciones porque son los que en verdad nutren su dignidad y honrar la existencia. Están en la antítesis de los pusilánimes que nunca se juegan por nada y aplauden hasta el despropósito como consecuencia de creer tanto en el espíritu acomodaticio y honrar la cobardía.
Por eso mi hora, o media hora diaria de tv, la invierto con recurrencia a la noche en un programa periodístico de alguien que se juega por sus convicciones y le pone el cascabel al gato.
Habiendo proliferado tanta mediocridad que se expresa en personajes menores que actúan como chupamedias de los jerarcas de turno, es una bendición encontrar un batallador que no esquiva el bulto y se encarga de cada aspecto del mundo desbarajustado para acomodarlo.
No solo me gusta que se encargue de las cuestiones necesarias para frenar la decadencia del país, sino que lo haga con voz grave, con determinación y sin ningún titubeo.
Cuando enciendo la tv y arranca, enseguida arremete. Porque nunca se anda con chiquitas y dice siempre lo que piensa.
Bravo.
Ese hombre hace más por la democracia y nuestro querido país, que un sinnúmero de mediocres burócratas que tienen por principal objetivo obtener beneficios personales y denigrarse con esa actitud impúdica como ciudadanos.
Al gladiador de la tv lo persiguen, le hacen juicios y lo quieren callar, según cuenta con frecuencia.
Pero el hombre habla sin restricciones, dice lo que tiene que decir, y los manda a todos a la mierda.
Bien hecho.
No sé para qué les cuento esto, quizás para que duerman aliviados al resarcir con la voz ajena el atropello y la burla sistemática que reciben a consecuencia de burócratas decadentes que lo arruinan todo y construyen cada día un mayor fracaso para nuestro querido país.
Parece increíble que a estas alturas de la humanidad haya todavía gente que piense que seremos una potencia si vamos hacia el comunismo al grito de todes.
Quizás verlo un ratito por las noches a este compatriota sanamente cizañero, los alivia un poco. Y si bien los hace calentar por momentos al enfrentarlos con la decadencia en la que nos encontramos sumidos, creo que actúa como un catalizador, un desahogo, una musa inspiradora que calma el sufrimiento, la burla cotidiana y el dolor.
Escúchelo con atención que dormirán como unos angelitos.
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