Lo mismo
Creo que Sabato afirmaba que los escritores decían lo mismo una y otra vez. Aunque a decir verdad no estoy seguro que fuera Sabato quien lo decía. O quién lo decía.
Creo que muchos.
Pero tal vez o muy posiblemente le atribuya algo que no corresponde. Me retracto si es una equivocación.
Aunque siempre sospecho que el mundo simbólico está repleto de esas equivocaciones y desaciertos. Lo he comprobado con cierta recurrencia al advertir por ejemplo que una frase se le adjudica a un pensador o a otro.
Y es la misma frase.
Pero no iba por ahí, doblo…
Los acomodaticios es el tema. Por qué, dirán. Bueno, es que hace tiempo no me encargo de ellos. Y las palabras están para inquietar, provocar e incidir en la realidad con la expectativa de transformarla de manera positiva.
Y ya saben, los acomodaticios no contribuyen en nada.
Por el contrario, validan hasta lo peor para que lo peor se asiente o permanezca.
Por eso los combato.
Alzo la guardia, aviso, insto y procedo.
No es que quiera persuadirlos de su actitud, aunque no pierdo la esperanza. Cualquiera puede cambiar y recobrar la dignidad, que es más saludable que la degradación que cualquier ser humano puede tolerar para honrar la pletesía, la condescendencia y la filosofía burda e insana del chumamedismo.
Por llamarlo de alguna manera.
Así que no hay que perder las esperanzas de que cierta provocación a espíritus acomodaticios surta efecto. Quizás esos seres imbuidos en esa filosofía degradante, se empiezan a inquietar y por fin se rebelan.
Renaciendo como personas ante la existencia, para alistarse a cambiar el mundo.
Un poco hay que incidir sobre esa cultura para que la realidad mejore porque de lo contrario nos vamos al bombo y vamos a terminar siendo como esos países fracasados, donde los jerarcas viven en la riqueza mientras que todo el pueblo vive en la pobreza.
Por eso, quizás, combato.
Tengo la ilusión de incidir, persuadir y movilizar. Al menos en el espacio personal e íntimo de quien lee atento y tiene la apertura para preguntarse quién es, si está bueno seguir así, o es mejor hacer historia y cambiar.
Dejar de estar de rodillas. Ponerse de PIE.
Y alistarse fuera del equipo de los acomodaticios, para asumir la incomodidad cada vez que la existencia lo reclame, y actuar con la dignidad de quienes detestan la mediocridad propia de los espíritus pusilánimes y se encargan de transformar positivamente el mundo.
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