domingo, 18 de julio de 2021

El hombre rezongón

Sepan ustedes que yo no soy ningún rezongón.

Lo que pasa…

Lo que pasa es que dentro mío hay un hombre rezongón, que me obliga de alguna manera a escribir ciertas cosas. 

Obviamente yo ofrezco resistencia, creo que la vida es hermosa, está repleta de posibilidades y se honra la existencia asumiendo una posición existencial positiva, no negativa.

Pero el hombre rezongón no acepta explicaciones y asume su trabajo como si fuera un deber irrenunciable. Me persuade para que observe primero algunas circunstancias y luego escriba ciertas cosas.

Aunque me resista.

Está convencido que al mundo desbarajustado se lo acomoda en parte con percepciones que se generan y se pronuncian con palabras. Y que esas percepciones facilitan posibilidades de acciones que inciden para transformar la realidad.

Dice que no hay que mirar para otro lado. Y que más vale que escriba lo que hay que escribir para contribuir a que la realidad en los aspectos negativos que fueran se transforme.

Entonces yo cedo y cuando menos lo espero procedo.

Soy de alguna manera un súbdito de ese hombre que rezonga y exige que se exprese su voz.

Solo estoy atento a sus intenciones y trato de tenerlo a raya. No quiero que me tome por completo, porque puede amargarme la existencia.

O hacerme escribir protesta tras protesta.

Hasta el momento su postura me parece razonable y creo que si lo mantengo a raya nos llevamos bien.

Así que ya saben, no soy yo quien rezonga.

Es el otro que tiene sus razones.



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