martes, 17 de diciembre de 2024

Voy a decir algunas cosas…


Primero…


No sé qué voy a decir. Aclaro.


Segundo, veremos. Siempre veremos, ¿no? Es mejor ver que escuchar porque el hecho tiene más fuerza de verdad que las palabras.


De algún modo las palabras pueden orquestarse, manipularse, camuflar la cosa que fuera o al propio sujeto, que puede permanecer oculto detrás de ellas.


El hecho no.


El hecho habla con la voz de la evidencia y se hace elocuente ante la vista de todos.


Es esto.


¿Lo ven?


Cuando el hecho ocurre las palabras de algún modo callan, porque tienen menos fuerza de verdad aunque bien puedan hacer lo suyo.


Entonces podríamos concluir para dar finalizado este vericueto que hecho mata palabra.


Nada más por decir.


Pero como el título decía que iba a decir algunas cosas y no sé por qué uno se condiciona y se mete en una surte de bretes que no tendía por qué meterse.


Por eso.


Voy a decir algo más.


Aclaro.


No sé què, pero algo más será dicho quizás por ser consecuente con honrar el brete y no disponerme a ejercer la sana rebeldía de la libertad que dicta lo que uno auténticamente quiere hacer.


Aunque esta vez creo que quiero decir algo más.


No sé qué.


Podría decir por ejemplo…


No sé, en verdad nosé.


Ah,eso puede estar bien, la posibilidad de tensionar lo normado para extender los límites.


Vamos por ello.


De algún modo las palabras nos delimitan y encarcelan. Las frases, los párrafos, la gramática también.


Hay que atreverse a despeinarlas o implosionarlas de algún modo positivo.


Esoquieredecir…


No sé qué quiere decir, pero puede tener que ver con la intención de extender el pensamiento, llegar hasta otro nivel de comprensión y entendimiento.


Acceder por fin a lo no dicho para refrescar de algún modo la existencia, y evadirnos de la previsibilidad de todo lo mencionado.


Poresemotivo.


Es que hay que asumir el riesgo de inventar palabras, algo que sutilmente y tal vez con cierta reticencia uno hace de manera esporádica.


Y cuela cada tanto una palabra que no existe. Confieso que lo he hecho de manera cuidada, poniendo prolijamente en cursiva la palabra dislocada de lo normado establecido.


Luego he sido menos cuidadoso y de macho nomás dejo que emerja la palabra que no existe ni es aceptada por los mandamás de la RAE. Así que cuando aparece la apunto sin mayor reticencia.


Nada de cursivas ni salvedades.


Ni nada.


Que aparezca la palabra inexistente a lo guapo si tiene que aparecer.


Inventar palabras y pretender arribar a lo no dicho es como atreverse a crear un mundo que no existió previamente.


La invención es esencialmente la generación de lo nuevo.


Y esa aspiración es una voluntad interesante que todos podríamos asumir.


Después de todo, el tiempo que nos queda no lo podemos gastar dejando el mundo cómo está.




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