Decirlo todo
Es todo un tema.
Está quien se restringe hasta el silencio más absoluto, conteniendo su decir a rajatabla y tragándose de alguna manera lo que podría expresar y mantiene en la más absoluta reserva.
Y están los que se sienten inclinados a abrir la boca para manifestarse como Dios manda, sin mayores reparos ni titubeos.
Como haciéndose cargo de manera irremediable de lo que piensan y esencialmente de quienes son.
Debe ser por eso que siempre veo a los primeros como seres débiles, dubitativos, acomodaticios.
Pusilánimes.
Esencialmente porque no tienen el valor de hacerse cargo de lo que piensan y prefieren mantenerse a resguardo en silencio y la no exposición, como una técnica tan mediocre como efectiva para evitar discrepancias o enojos ajenos ante eventuales dichos que podrían pronunciar y juzgan como riesgosos.
De ahí que les gana la cobardía que los persuade a quedarse piolas. No exponerse.
Tragarse pensamientos y palabras, mascullando después en los rincones esas suertes de tormentos que sufre quien no pudo hacerse cargo de lo que piensa y resolvió permanecer en la tranquilidad de cerrar la boca para dejar las circunstancias como fueran sin incidir en lo más mínimo en los cursos de acción presumibles que su participación podría afectar.
Quedan tanto a resguardo como a merced del dicho ajeno.
Son testigos de una realidad que les acontece.
Pero lo eligen, por algo será.
Esencialmente porque juzgan que les conviene. Así que dejémoslos tranquilos con su negocio. Uno tiene derecho a elegir ser un flojito, un débil, un pusilánime, un acomodaticio.
Un verdadero cobarde.
Basta…
¿No dejás a la gente tranquila vo?
¿No es que hay que respetar al otro, querido? ¿No sos vo otro de los parlanchines del innegociable valor de la libertad?
No leíste que no hay que juzgar, que todo debe ser paz y amor.
Contéstame, flaquito…
No juzgo, describo.
Aunque en realidad no describo, sino que me lanzo al maravilloso mundo de la escritura que lo que procura hacer es nombrar el mundo para desentrañarlo, comprenderlo, desmadejizarlo, con el propósito de acceder a cierta claridad, cierta nitidez que vislumbre al ser en su arbitrariedad, que esencialmente concluye con una convicción más o menos efectiva que le indica que…
Es por acá.
Entonces procede.
La escritura es esencialmente eso, una posibilidad de avivamiento para construirnos como personas y crear el mundo.
Hágase la luz.
¿En que estábamos?
El título Juancito, fijate el título.
Decirlo todo.
Ah sí, me parece que es por ahí.
Creo en los Quijotes que tienen la inclinación a decirlo todo porque son los que orquestan el mundo. Y se hacen cargo de quienes en verdad son.
Además, a no dudarlo.
Se enferman menos.
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