¿ Cinco para el peso?
Me pregunto si faltan cinco para el peso.
Es una suerte de inconformidad manifiesta que en determinado grado puede ser benigna o maligna.
Si esos cinco nos movilizan para alcanzar los objetivos restantes que queremos sin arruinarnos, tal vez son buenos. Nos dicen, che flaquito o gordito, no seas tan cómodo, movete, afrontaálos desafíos y obstáculos que sean y anda por lo tuyo.
No te quedes echado en el sillón de la comodidad, el mundillo que tenés y la certeza de la previsibilidad.
Fíjate allá, ves esos cinco para el peso, ¿no?
Bueno, andá querido y buscalo.
Vamos, levántate.
Algo así debe ser, si es benigno, supongamos.
Si es maligno el tema se ensombrece, por decirlo de alguna manera. La persona queda dándose manija de una inconformidad irresoluble y masculla la imposibilidad que fundamenta la frustración.
Vivir con ese tipo de cinco para el peso es sufrir innecesariamente, amargarse por voluntad propia y frustrarse por el fracaso elegido.
Debe haber un punto intermedio, de cierta comodidad placentera, por las circunstancias que construimos. Y de cierta incomodidad que conviene afrontar para emerger en una nueva situación.
Experimentar otros logros.
Es en ese espacio tal vez de equilibrio donde la aceptación borra de un plumazo los cinco faltante y disfrutamos el peso.
Estamos en paz con quienes somos y con lo que hemos hecho.
Residiendo en una suerte de felicidad posible que supimos conquistar.
Por eso quizás una dosis de inconformismo es saludable, quizás una sobredosis es perjudicial.
Deben ser dos o tres pizquitas, no más.
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