domingo, 22 de noviembre de 2020

La decisión

Desde hace años pienso que uno es el resultado de la calidad de sus decisiones.

Si no fuera por esa creencia tal vez viviría más impulsivamente, sin titubeos y enroques a veces quizás innecesarios.

Puedo aducir que los enrosques medidos y razonables son convenientes y beneficiosos. Pero algunas vueltas de más pueden llevar a zona de riesgo y quedar enredado o intrincado entre tantas volteretas.

Eso no quita que ante cualquier disyuntiva de la vida uno deba detenerse y pensar. Analizar toda la información presente y presagiar los distintos escenarios que pueden producirse a partir de la decisión.

Cualquiera que piensa bien lo hace.

Observa, analiza, proyecta las consecuencias de las eventuales decisiones, mira la realidad futura.

Se pregunta qué otras situaciones se presentarán. Y advierte en esa instancia qué haría al respecto.

Iniciando por supuesto el mismo proceso y volviendo atrás o hacia adelante las circunstancias que se producirían, que aún viven en la imaginación proyectada, y que se corroborarían en la realidad.

Cuando uno demora mucho también decide.

No quería dejar de apuntar esto para recordármelo. Debe ser cierto eso que a veces dicen que se escribe para uno.

En realidad no sé si a veces lo dicen.

Pero siento que escribo para mí más de una vez. Escribo para entender, comprender, dilucidar y descubrirme.

Para aclarar lo difuso, poder decidir con mayor efectividad y construir una mejor vida. 

Mejores circunstancias. Más paz, plenitud, felicidad.

Sol, mar.

Playa.

Aire puro, amigos, vivencias inolvidables. 

Lindo año 2009, 2010.

Dos mil once, doce, trece, catorce…

La vida es la consecuencia de nuestra imaginación, nuestra capacidad de evolucionar, transformarnos y construir la realidad.

Lindo año 2015, 2016.

Uno es el resultado de sus decisiones, que construyen su vida.

Nunca somos más que lo que nuestra imaginación nos permite.

Lindo año el 17, el 18.

Lindos meses, lindos días.

No hay tropiezos, son problemas, graves.

Sí, ya sé que son graves.

Pero voy a hacer unos mates, mirar por la ventana.

Ver el sol.

Lindo año el 19, otro año más memorable. Que permitió meterle vida a los días, ser más, crecer, hacer lo que uno siente.

Buena oportunidad para construir la vida 2019, sus meses, sus días.

Uno decide cada año, cada mes, cada día.

Construye la vida con las decisiones que toma, aunque alguien se victimice y aduzca cierta vez con razón que la culpa la tiene el otro en las circunstancias que fueran.

Y sí, está lleno de idiotas, de mediocres.

Ya lo dije y lo escribí varias veces, hay que esquivarlos. Usar caso. 

Hay gente que cruza en las esquinas sin mirar, de espaldas.

Literalmente.

O sale un tonto en bici de una cochera sin mirar y te atropella.

Te puede matar sin que lo advierta.

Pero uno decide, por eso el casco, andar despacio con toda la previsión como siempre. Suponiendo que está repleto de tontos el espacio público y hasta caminando un zonzo nos puede matar si nos atropella porque anda como loco en bici, auto o moto. O mira para atrás mientras va corriendo.

Pobre la viejita, el hombre, el joven o el niño. Pobre el inocente que recibió la agresividad de la zoncera impúdica y traicionera.

Y sí, la vida es un riesgo que incrementan los tontos, pero hay que reducirlo todo lo que se pueda. Sin dejar de vivir.

De exprimir los días.

Nunca fumé un porro porque advierto los perjuicios y las dificultades de las adicciones. Siempre se aprende de la experiencia ajena.

Quizás por eso estoy a las vueltas. Nada es más difícil que cerrar mundos disfrutables. Y hacer que haya sido lo que es.

Mejor espero, no voy a vender la moto.


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