Otra oportunidad
La vida tiene infinitas oportunidades.
El tren no pasa una sola vez.
Esa creencia es respetable por supuesto para quien la sume. Pero es una creencia nostálgica, sufrida, lamentable.
Quien la tiene vive cierta desazón al prensar que el tren ya pasó y no podrá volver a subirse.
Quedará solo con el pañuelito blanco en la mano saludando desde el andén.
Hay quien vive así la vida. Cree que la oportunidad se presentó una vez y que ya no volverá.
Era esa única vez que pululó, emergió y pasó.
Esa creencia debilitante y nostálgica justifica la carencia de logro y deja al ser sumido en la imposibilidad. Lo invita a residir en el fracaso y a fundamentar con mayor o menor esmero la situación establecida.
El mundo que vive ante la oportunidad escabullida.
La elección de esa creencia es respetable pero no parecería conveniente para lograr resultados. Para crear la vida que queremos y ser quienes decidimos ser, asumiendo nuestras potencialidades.
La vida está repleta de oportunidades. Con los ojos abiertos se ven oportunidades por todos lados.
Y si no se ven, siempre se pueden imaginar. No para honrar lo fantasioso, sino para crearlas cada vez que haga falta.
De hecho cualquiera que respira puede advertirlo con facilidad.
Cada día es una nueva oportunidad.
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