La Rendición
No sé si uno aprenderá tarde o temprano de qué se trata la vida.
Pienso que es difícil la graduación. Que la incertidumbre doblega a las certezas.
Y que apenas puede uno aspirar a ciertos atisbos de sapiencia que en el mejor de los casos puede disparar la reflexión. Alentarla dándole ánimo a un saber definitivo que siempre se ahuyenta.
Es así como pensador sigue a pensador. Libro a libro. Artículo a artículo.
Así que vivamos mientras tanto. Porque no hay tiempo para otra cosa. Ni se vislumbra descubrimiento.
En la profundidad de la reflexión no vamos a encontrar nada. Sólo cierta ilusión de entendimiento que es más espontáneo que permanente. Insinúa solvencia pero se degrada y trastabilla en la emergencia de otros pensamientos.
Disculpen hoy mi escepticismo sobre la contundencia de las explicaciones.
Les dejo mi respeto a los filósofos, espíritus inquietos y escritores que han procurado entender la vida.
No dejaré de jugar ni divertirme. Ni evadiré la curiosidad que me convoca.
Pero hace tiempo que entregué mi rendición a un fenómeno que nos entusiasma.
Y siempre nos excede.
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