Los burócratas
Yo no los quiero a los burócratas.
No sé si es por convicción propia o porque de alguna manera me han lavado la cabeza, como si fuera yo un ser inocente que anda distraído por la vida y…
Zas.
Compré.
Compré todo lo que algún justiciero decía y de alguna manera me enemisté con los burócratas al sentir no solo que la gran mayoría eran seres mediocres e inoperantes, con problemas en general de ego, sino que además…
Y siempre a juzgar por la pronunciación ajena, por supuesto.
Además eran unos ladrones de poca monta que andan a la pesca de robarle la plata a los trabajadores y a las empresas, para hacerle creer a los pobres que los salvarán de una vez y para siempre.
Mediando, por supuesto, una comisión en carácter de alguna forma de administradores del dinero ajeno y fundada en el compromiso patriótico que ejercen.
Comisión lícita y bien habida, pero a la vez en ciertos casos ilícita y abusiva.
Sobre todo si se compara con lo que cobran los jubilados o el sueldo promedio de los trabajadores del país. Y el de ellos mismos si tuvieran que generar valor en el sector privado.
Es decir, sospecho que pienso un poco mal de los burócratas porque esencialmente me parecen muy mediocres, inoperantes e inefectivos.
Digo esto con el enojo de creer que son los principales responsables de que la pobreza llegue al nivel que llegó y la seguridad haya arruinado tanto la vida en nuestro querido país.
Encima, y esto sí creo que lo pienso yo, encima digo que algunos se creen que son los reyes de España o que están por encima de los ciudadanos que exprimen a impuestos, y que tienen facultades que la Constitución no les otorga, pero se arrogan con la facilidad que aportan las condiciones propias de un país bananero.
Aunque cualquier acto de atropello a las instituciones y arbitrariedades infundadas en la ley puede ser peligroso y hacer que el mundo les caiga encima a la vuelta de la esquina.
Porque se exponen obviamente a que la tortilla se de vuelta, la Justicia actúe con la madurez de los países desarrollados y paguen las consecuencias de los atropellos a las disposiciones vigentes.
Y por último, quiénes son estos cuatro de copas para determinar si debemos encerrarnos en nuestras casas o no podemos ir a ver a la abuelita.
En algún punto los comprendo con su intención de ordenar un poco la zoncera, porque está repleto de tontos que no son capaces de usar barbijo ni de mantenerse a dos metros.
Pero asumir un rol de padres postizos autoproclamados, ya me parece mucho. Solo es viable si piensan que sus hijos, que serían los ciudadanos, además de irresponsables son bastante pelotudos.
Y sobre esto último la verdad que me quedo reflexionando, porque quizás tienen razón.
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