El Dedo Acusador
Es llamativo como un dedo acusador está haciendo de las suyas.
Se maneja a voluntad y de repente se presenta. Para advertir que tal o cual cosa está muy mal. Que es una barbaridad que ocurra esto o aquello. Que son Juancito o Pedrito los que tienen la culpa.
Los causantes del despropósito que deben ser ajusticiados.
El dedo acusador no escatima agravios. Se envalentona casi siempre desde el anonimato. Observa a su víctima y arremete. Con toda la furia inusitada.
Es notable observar cómo se percibe su agresión. La intención dañina y maliciosa que procura.
¿Para qué sirve el dedo acusador?
Tal vez para destilar rabia, impotencia o veneno. Para evadirse de la responsabilidad. Para echar culpas y aliviarse.
No sé.
Habría que inmiscuirse en las procedencias de su inconsciente. Profundizar en la subjetividad que lo incita. Lo provoca hasta manifestarse. Y lo alza con determinación.
Pero yo no creo en el dedo acusador. Por mediocre, maleducado y traicionero.
Creo mucho más en quien apunta.
Porque mientras el dedo acusador critica, su víctima trabaja. Y, aunque no trabaje…
Seguro que algo más productivo está haciendo.
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