Entintado
Uno de estos días voy a hacer justicia.
Basta ya de estos textitos chiquitos y breves que sólo anuncian ciertas elucidaciones que muchas veces ni siquiera son pretenciosas.
Voy a agarrar. Escuchen bien, voy a agarrar estas hojas en blanco y las voy a llenar de tinta.
Bien dicho.
Llenar de tinta, renglón tras renglón. Haciendo por fin unos cuantos párrafos, que luego se superen en páginas.
Y más páginas. Que vayan llenando todas las hojas en blanco.
Más páginas, y más.
Páginas.
Y así dejar todo entintado. Repleto de ideas, de dichos, de cosas.
Entregarme por fin. Rendirme, dejándoles todo. Las síntesis positivas, las síntesis negativas. Los pensamientos claros y también los difusos.
Entre sensaciones, imágenes, supuestos…
Y seguir, renglón tras renglón.
Escribiéndolo todo, dejando por fin ante los ojos ajenos un mundo de palabras.
Que expliquen o que confundan. No importa.
Síntesis, preguntas, respuestas. Búsquedas.
Palabras a palabras, casi atropelladas, pero siempre con sentido. Inundando todo.
Y cuando digo todo, escuchen bien. Porque es todo.
Hoja a hoja, con tinta por todos lados.
Hasta quedarme con las manos entintadas. Mirarme un segundo.
Refregarlas, y ver como la tinta cae ahora mismo.
Sobre este teclado blanco.
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