viernes, 21 de diciembre de 2012

Programa de radio "Hagamos un Trato"


Ayer tuve el gusto de compartir el programa de radio “Hagamos un Trato”, con lindos invitados y un equipo muy agradable de gente.

Fui a hablar sobre el libro de superación personal, El Campeón, publicado recientemente por (Gran Aldea Editores).

Agradezco a todos por los mensajes que enviaron y a la gente del programa por la invitación.

No quería olvidarme de postear este lindo recuerdo. Gracias!





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martes, 11 de diciembre de 2012

Problemas de etiquetas


Nos guste o no, todos tenemos problemas de etiqueta.

Lo sospeché hace mucho y cada tanto lo corroboro. No es que ando atento de continuo sobre el tema. Por supuesto que no.

Es solo otra inquietud que con frecuencia emerge. Quiero decir aparece. Se hace visible. Se pronuncia.

O como quieran.

Está, la veo. Y ahí me quedo.

Observando otra vez el tema de las etiquetas. Que son en verdad una reducción de la persona a identidades simplificadoras.

Es decir. Sirven.

Sirven las etiquetas para comprender el mundo.

A alguien le dicen, de River. Y listo.

De Boca. Y listo.

Izquierda o derecha. No importa. La etiqueta sirve para visualizar, suponer y determinar. Todo muy rápido, gracias a su carácter de simplificación abusiva.

Que nos dice cómo son las cosas. Mientras presenta a la persona ante el mundo.

Pero no me quiero ir por los vericuetos de estas vicisitudes. Quiero centrarme en lo que convoca. La problemática que supone funcionar con etiquetas.

Veamos…

Peronista, por ejemplo.



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sábado, 1 de diciembre de 2012

Se publicó el libro de superación personal “El Campeón”

Finalmente es una realidad El Campeón: filosofía práctica para ganar en el juego e imponerse en la vida. (Editorial Gran Aldea)

Se eligió ese título porque es inspirador, nos invita a alcanzar nuestro máximo potencial. Una posibilidad que está al alcance de todos.

Sus páginas despliegan energía, recursos y conceptos que nos incitan a construir una vida poderosa, para vivir en bienestar y alcanzar resultados.

Espero que disfruten el libro. Confío que será una sana y positiva influencia para cada uno de sus lectores.

*El libro ya está disponible en Librerías Cúspide, Yenny, El AteneoHernández, Edipo, Deva´s, Antígona… Próximamente en todas las librerías del país. Publico arriba la presentación que hicieron para difundirlo. 



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domingo, 28 de octubre de 2012

Feria del libro de Mar del Plata


Me comunico para comentarles que el 11 de noviembre participaré en la Feria del Libro de Mar del Plata. Compartiré una conferencia sobre “Escritura y Desarrollo Personal”.

La charla será el  domingo 11 de noviembre a las 16 horas, en la  Sala JUAN CARLOS GARCÍA REIG en la Carpa de la Plaza Mitre.            

Agradezco al comité de organización de la Feria del Libro de Mar del Plata. Y por supuesto invito a todos a compartir esta actividad, que espero sea un agradable espacio de reflexión y disfrute.



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miércoles, 17 de octubre de 2012

Muerto


He estado varios días muerto.

Hace tiempo que me di cuenta. Cómo sucedió? Fue un accidente? Hubo algún balazo?

Es difícil precisarlo, aunque podría suponerlo. Caería así en los intersticios de explicaciones más o menos convincentes. Miradas que reducen el mundo para dejarlo definido.

No hubo tiro.

Pienso.

Debería estar la sangre, o la cicatriz del balazo.

Nada de eso se ve.

Aunque, si lo hubo, debí haber renacido. Resucitado.

Sería así la prueba viviente de la existencia de la reencarnación. Pero adosarme semejante atribución me resulta inverosímil y excesivo.

Además, no sé bien por qué, pero también me resulta irrespetuosa.

De modo que ni hubo tiro ni reencarné.

Solo estuve muerto unos pocos días.



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miércoles, 26 de septiembre de 2012

Lluvia de palabras


Escribí “precepto”, seguro y confiado.

Luego me fijé y sí. Era precepto, ninguna otra palabra hubiera sido la indicada.

En esa oración había sólo una palabra en el mundo que se ajustaba con precisión a la frase. Si hubiera usado otra, hubiera desalineado lo dicho. Y en ese desajuste hubiera entorpecido la lectura.

Eso ocurre a veces, cuando uno no tiene suerte.

De lo contrario cada palabra cae en el lugar indicado. Se acomoda en armonía quizás por arte de la naturaleza.

Una dimensión extraña que indica en silencio dónde debe ubicarse cada palabra.

Debe ser algo así. Hay una dimensión extraña. Un mundo imperceptible que opera y ejecuta.

Esa dimensión de alguna manera resuelve. Indica, persuade y arremete.

Despliega así la palabra ante el mundo.

Seguramente es así. Aunque también podría ser de otra manera.

Yo escuché y leí varias veces que hay escritores que retocan hasta el cansancio los párrafos. Cambian palabras sistemáticamente. En esos actos no solo las remplazan, a veces las borran y doblegan.

Esa actitud pareciera que atenta contra la naturaleza de las cosas. No solo niega la fluidez, sino que aniquila lo misterioso.

No es poco.

Quizás lo mejor es permitir que obre la naturaleza. Ponerse frente al teclado.

Y dejar caer las palabras.



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El lector


No hace mucho que pienso que los libros no nos traen ninguna verdad. Son simplemente intenciones de un propósito que siempre los excede. Porque uno puede aproximarse con el anhelo del descubrimiento definitivo, y al final de cuentas con qué se va?

Con las manos vacías.

Vacías si uno es efusivo. Con una carga menor a la esperada, si uno es más justo.

Enriquecido, si uno es agradecido.

Esto demuestra no tanto la virtud del libro, sino la incidencia del lector que presenta el veredicto. Hace saber cómo son las cosas. Y en esa puntualización decide cómo es el mundo.

Puede verlo despejado o repleto de nubes. No importa.

El libro en sus manos dispara interpretaciones, que alientan una especie de lectura global que se reduce a una visión definitiva.

A veces expresada en palabras o frases más o menos cortas.

Excelente. Muy bueno. Nunca leía un libro así.

O.

Qué manera de perder el tiempo. No sé para qué llegué hasta el final si no decía nada interesante. Sigue…

Ahí es donde se da manija, empieza cada vez a sentirse peor y termina apresado en una emocionalidad que no le sirve para nada.

Todo por leer un libro y sentir que no ha pasado nada, con la excepción del tiempo.

Por lo cual uno podría pensar que el libro es de alguna manera inimputable. Irresponsable de esa visión definitiva.

Una síntesis que le corresponde a cada lector.

Frente al propósito que asumió un autor de definir una verdad, que tal vez arrinconó, pero siempre lo excede.



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miércoles, 29 de agosto de 2012

Mala sangre


Es al pedo hacerse mala sangre.

Digo, es de gusto hacerse mala sangre.

De haberlo sabido me hubiera avivado antes. Hubiera detectado el momento preciso y hubiera desarticulado los pasos que incentivan la emocionalidad negativa y conducen al resultado definitivo.

La mala sangre.

Es de gusto darse manija, creo. Considero. Pienso y apunto.

Qué sentido tiene?

En el momento de ser anoticiado es cuando uno debiera proceder con inteligencia. Recibir el golpe, absorberlo y quedarse quietito.

Si deja desplegar los pensamientos se arma el quilombo.

Digo, el problema.

Es cuando luego de la noticia empieza a darse manija. A visualizar el despropósito, su trastienda y el resultado.

Manija tras manija va justificando el desencanto. La flaqueza de quien obró con malicia o desparpajo.

Queda como embretado en pensamientos que se acrecientan e instan al mismo lugar.

La mala sangre.

Entonces descubre que el mundo le ha sido adverso. Que el otro es un pelotudo.

Es decir, una persona que no obra con bondad. En este caso.

En otros, puede tener otros ribetes y ser adecuada la palabra. Porque su connotación por supuesto excede a estas particularidades, aunque bien le son propias.

Todo esto para darse uno cuenta de que hay un momento crucial. Determinante.

Hay una bisagra que aparece y es ahí donde hay que obrar con inteligencia. Porque de lo contrario uno se da manija y queda preso del desatino.

Además de victimizarse, honra el malestar. Termina frunciendo el entrecejo y maldiciendo el mundo.

Más vale detectar la situación, advertir decisiones apropiadas y obrar en adelante en consecuencia. Para salirse del malestar y evitar adentrarse en la mala sangre.

Es bueno escribir para desahogarse. Que el otro siga con lo suyo. Que orqueste sus realidades.

Apenas si me permito tomar algunas notas. Definir cierta política de acción apropiada para evitar el malestar.

Y ver con claridad la conveniencia de estar atento a la bisagra.

Para evitar la mala sangre.



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