miércoles, 5 de abril de 2023

Hablemos…



A ver, a ver…


¿De qué querés hablar?


No sé, la verdad no sé. Solo quiero soltar las palabras. Creo que están quizás en un sótano reprimidas pugnando por salir.


Y algo deben querer decir.


Porque pareciera que la naturaleza de la palabra es la expresión. Es decir, aparecer de algún modo para ser visualizada en la lectura o escuchada si se manifiesta oralmente.


No sé.


¿Qué te hace suponer eso?


No sé, no sé.


Es solo una suposición, una hipótesis, digamos. No es más que eso, una intención de respuesta más o menos razonable que siempre puede ser fallida.


Mirá vos.


¿Y por qué andás con estos menesteres, no tené que trabajar vo?


Es que hay algo que tiene que ver con la emancipación de las palabras que esencialmente constituye una instancia necesaria para la sanación definitiva.


Y yo me quiero curar.


¿De qué?


No sé, de palabras reprimidas, de emocionalidades quizás mal curadas, de sujeciones simbólicas, recuerdos mal definidos o ideas limitantes que me restringen y apresan.


O etiquetas que me han zampado. Definiciones que han procurado apresarme y debo aflojar.


De tantas cosas, sospecho.


¿Y para eso soltás palabras?


En algún aspecto creo que sí, que algo de eso habrá. Además de soltar palabras para incidir en la realidad, alentar a los buenos, persuadir a los malos y cambiar el mundo. Pero ya sabés, son hipótesis, intenciones de respuestas razonables que esencialmente son más o menos fallidas.


Pero que a las palabras hay que soltarlas, no tengas dudas.


Hay que soltarlas.





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domingo, 2 de abril de 2023

Para adelante



Siempre escuché a varias personas decir que si no fuera por la finitud postergaríamos todo.


Total, lo podemos hacer mañana, pasado mañana, la semana que viene, o no sé cuándo.


Con esa explicación justifican las bondades falsas necesarias de la finitud.


Los que no necesitamos esa premura, la comprendemos y aceptamos.


Pero déjennos acá.


De última, si no lo hacemos hoy, lo hacemos mañana, o cuando sea.


¿En qué estábamos?


En ir para adelante.


Bueno, allá vamos.


El tema es así Juancito.


Así…


Uno tiene tres alternatuvas esenciales, intentar quedarse quieto, ir para atrás o lanzarse hacia adelante.


En el medio el ser obviamente deambula en las distintas direcciones, pero presumiblemente puede distinguirse una disposición, una inercia, una orientación esencial de cada persona.


Por ejemplo aquellos que se la pasan hablando del pasado o quedan estancados en recuerdos de una vida que terminó, eligen de algún modo ir para atrás, con su atención, sus pensamientos, sus relatos y energía.


Es tal vez la supocision de recuperar una vida perdida que pudo ser significativa pero a pesar de los esfuerzos por rescatarla esencialmente se se esfumó.


Están las fotos, los relatos, las experiencias…


Pero en la cotidianeidad no hay mucho más.


Cuesta creerlo pero hay gente que reside en el pasado.


La otra alternativa es procurar instalarse en lo que es, siendo los mismos y viviendo la vida que supimos construir.


Aburrido.


Disculpen, se me escapó.


Hay gente súper feliz y fluida en su rutina cotidiana. 


Si está bien, si uno es feliz, si contribuye, se siente vivo, vital, etcérera.


Etcétera.


Qué se puede decir. Esta bien así.


Puede ser divertido, disfrutable, cómodo…


Punto.


Y por último está la posibilidad de lanzarse, de forcejear de algún modo con lo que supimos conseguir, con lo que somos y con lo que es, para construir lo que queremos que sea.


Lo que puede ser.


Es decir, la convicción por una instancia de superación y realidad que concluya de algún modo siendo más interesante, intensa, enriquecedora.


Etcétera.


Que la que tenemos.


Bueno, eso.





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miércoles, 29 de marzo de 2023

El complicado


Yo podría decir injustamente que estoy hablando de mi, que acepto la etiqueta y que la definición me describe a pie de puntillas.


¿Se dice así?


Después lo busco, pero siempre me abro a las palabras que quieren pasar, presumiblemente estén encarceladas en las profundidades vaya a saber uno de qué universos, y al disponernos a escribir, saltan, bailan, se entusiasman y se liberan.


Como saliendo corriendo para aparecer en el mundo.


Diciendo, aquí estoy.


A pie de puntillas, luego lo busco.


Me suena que iba donde surgió, espero tener suerte. Porque si el concepto fuera distinto me debatiría en dejarlo o sacarlo.


Aunque seguramente lo deje, porque volver a encarcelar palabras que se liberaron no es digno de ningún escritor.


O persona que escribe.


Yo no soy complicado, lo que pasa es que no soy condescendiente con las incomodidades y me hago cargo del mundo desbarajustado esencialmente propio y también ajeno, cuando ese mundo viene torcido, amaga elocuentemente a torcerse o avanza de manera impropia, injusta y perjudicial.


Buena síntesis.


Que más quisiera yo que hacerme el boludo ante los desfasajes que fueran y mirar para otro lado con el beneficio de los espíritus pusilánimes que evitan incomodidades y residen siempre fuera de la batalla que invita al combate para acomodar el mundo y no convalidar que las cosas sean como no deben ser.


Si fuéramos todos tan mediocres, tan cómodos, tan alfeñiques de la debilidad, los malos avanzarían más rápido, con más profundidad, y la realidad estaría totalmente estropeada, alicaída, arruinada en cada uno de sus aspectos.


Así que si a usted le dicen que es complicado por decir lo que piensa, por asumir las incomodidades que requieren corregir el mundo, por defender sus intereses más cotidianos y los que se promueven para la posteridad.


No se enoje y agradezca.


O no diga nada.


Lo importante es que siempre haga lo suyo.





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jueves, 23 de marzo de 2023

A ver si nos entendemos



A ver, viste.


Nada, eso.


A ver si nos entendemos. Escuchame, escuchame vos un poquito.


A ver. 


Viste, viste.


Qué?


Nada, digo. Viste. A ver.


A ver si nos entendemos un poquito.


Todes.


Qué?


Digo todes, estoy en la cresta. En la cresta de la revolución de las marmotas.


Hay que estar a tono, viste.


Yo la manejo, meto el todes. Le hablo así, a la onda de la revolución de la zoncera. 


La manejo, trastabillo un poco y me quedo ahí, en el todes, porque si me lanzo a balbucear el idioma inclusivo quedo enredado en una intención fallida chapucera y mamarrachesca.


No me creo capaz de adquirir esa destreza de la estupidez. Es más, no me le animo.


Hay que creer mucho en la estupidez para alcanzar esa pericia y salir airoso como un domador de una fiera indomable.


Igual, a ver, igual digo que le meto el todes. Como para congraciarme con los tontos, que me vean con buenos ojos, que piensen que soy uno de ellos.


Que estamos juntos en esto y que por fin vamos a cambiar el mundo.


Porque viste, me meto en ámbitos que hablan con todes y quedo mal parado, como a trapié.


Y siempre pienso en irme, huir de esas alocuciones trabajosas y fallidas, porque siento que si me quedo las convalido, digo de algún modo, qué bueno que está esto.


Somos unos campeones, unos revolucionarios de pura cepa.


Entonces digo todes, pienso, porque en verdad no lo digo. No me animo a obrar como un farsante.


Además todos rápido se dan cuenta que estoy infiltrado de algún modo. Que no soy uno de ellos.


Que me conmuevo como un viejo prejuicioso ante el avance de la zoncera.


Y aunque pueda poner buena onda y los aprecie con todo el corazón, no me sacan un todes ni con un revólver en la cabeza.


Nada. 


A ver. A ver cómo te explico…






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viernes, 17 de marzo de 2023

Está todo orquestado



Siempre me inquietó la creencia innegociable que tienen muchas personas convencidas de que todo está meticulosamente orquestado.


Hay una suerte de mente, persona, o grupo de secuaces que tienen todo calculado y hacen y deshacen a voluntad para que el resultado que ellos pretenden se manifieste de manera inalterable.


Y los pobres diablos que seriamos la inmensa mayoría salvo ese séquito minúsculo de pergeñándores del futuro que se presentará inexorablemente, apenas si podríamos tener un rapto de rebeldía y suspicacia para balbucear o afirmar con todas las letras que todo, absolutamente todo, está orquestado.


Que hemos tenido la viveza de advertir la treta y lo hemos descubierto todo.


No me sorprende tanto esa creencia que dota de un poder estrambótico a unos supuestos vivillos que lo definen todo, sino la convicción al mismo tiempo de que el creyente de esa verdad es un pobre diablo que está a merced de los patanes y le queda tan solo denunciar esta calamidad que lo deja expuesto a los designios ajenos que definirán de algún modo su vida.


Antes me enojaba cuando me cruzaba con un semejante que me hacía saber de esta situación y al mismo tiempo luchaba por convencerme de que esto era así, las cartas y los resultados estaban definidos, y solo restaba aceptar apiolarme y suscribir a este falso avivamiento que solo sirve para dimensionar la capacidad de la fantasía y el ánimo de victimización que cualquier ser humano puede gustosamente aceptar.


Nada está orquestado ni fríamente calculado para producir realidades inquebrantables. A lo sumo algunos luchan por orquestar ciertas cuestiones pero al mismo tiempo hay otros que luchan por desorquestarlas u orquestar cuestiones en otros sentidos.


De modo que a la endeble teoría de la orquestación debería agregársele la existencia de fuerzas opuestas o tergiversadas que hacen una suerte de zancadillas a lo que un malhechor o séquito de infradotados podría estar pergeñando.


Es mejor evadirse de esos perspectivas debilitantes, asumir la responsabilidad que nos cabe y saber que la suerte no está echada ni es definida por secuaces que manejan todo.


A la cómoda rendición de la inacción hay que desestimarla o desenmascararla para no ser víctimas de la voluntad ajena y construir nuestro destino.


Si algo puede orquestarse es la posibilidad de construirnos como personas, hacernos cargo de quienes somos y quienes podemos ser, y vivir la vida que queramos.





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sábado, 25 de febrero de 2023

Todos y todas


Estoy leyendo un libro que recurrente mente dice, todos y todas, ellas y ellos, y cosas por el estilo, para remarcar una y otra vez que hace referencia a varones y mujeres.


Trato de estimar de manera burda e imprecisa el perjuicio de semejante zoncera y sospecho sin el menor rigor científico, que esos pasajes reiterados y testarudos significan un tiempo adicional de no hemos un 20% del tiempo que insume leer el libro.


Aún así leo mientras forcejeo con esa zoncera que se se impone, me exige dilapidar tiempo si quiero seguir con el libro, y por supuesto, me hace calentar.


Porque no puedo creer que la estupidez prolifere, se despliegue impunemente y luego entre por los resquicios que fueran de la realidad ocasionando los más diversos de perjuicios.


Como en este caso que obliga al lector a leer todos y todas una y otra vez afeando la narrativa y validando la idiotez.


Me pregunto si la autora es auténticamente tonta en este aspecto o se trata de una burda farsante que apela a esta boludez para congraciarse con los idiotas, que celebran este tipo de bobadas para sentir que están en lo correcto, que la revolución vale la pena y que el mundo por fin será otro si se logra que todos escriban o hablen como unos zonzos en favor de una supuesta sublevación tan mediocre, como degradante y decadente.


Decir todos no es vulnerar ni desatender a la mujer, porque la palabra la incluye por tradición y normativa en el uso del lenguaje.


Tener que decir todas todo el tiempo es subestimarlas, porque si bien puede haber alguna con serios problemas de autoestima, por esa pavada demos por seguro que no se va a curar.


Yo ni loco escribo todos y todas, ellas y ellos, y cosas por el estilo.


Es porque valoro el tiempo, creo en la inteligencia de la mujer, en la autenticidad del ser y del decir, y detesto la farsa que fomenta la pavada.






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domingo, 12 de febrero de 2023

La respuesta que faltaba



De algún modo es entendible que la gente necesite respuestas sin mayores trámites.


Que le digan que las cosas son así o asá. Que tiene que hacer esto y aquello.


Que debe seguir tales pasos para lograr tal cosa.


Felicidad, dinero…


Respuestas.


Respuestas claras, precisas, simples.


En lo posible sin ningún espacio para cierto resquicio de reformulación, ajuste o modificación.


Respuestas claras, concisas, y por supuesto efectivas. Porque deben asegurar de algún modo el resultado que propugnan.


El lector no es que sea vago, supongo porque no lo sé. Es que en muchos casos compra un libro o hace clic en un artículo porque espera con la mejor de las expectativas que esta vez sí encontrará las verdades que andaba buscando, las definitivas.


Y con ese libro o con ese artículo sanseacabó el tema que fuera.


Uno mismo, por no decir yo, estuve detrás de esas ilusorias pretensiones vaya a saber que inmensidad de artículos y libros antes.


Y siempre me he ido de alguna manera con un sentimiento de defraudación en relación a las expectativas, porque las respuestas definitivas a las cuestiones del ser humano y la vida jamás son encontradas. A lo sumo se merodea con precisiones más o menos respetables, eficientes y efectivas, pero siempre endebles esencialmente en todo o en parte.


Lo que ocurre es que para quien escribe la tentación está vigente y estimula a cautivar públicos masivos adentrándose al juego que se basa en esa sana ilusión.


Quieren respuestas, aquí la tienen dicen muchísimos libros.


La gente compra, lee, y por esto que estábamos hablando, cuando concluye sabe que no ha obtenido suficiente, que se enriqueció pero no arribó a lo definitivo.


Por eso agarra otro libro. Y luego otro más…


Y esto es así hasta el final, porque el ser humano y la vida siempre se escabullen de manera última a las palabras.


Por más destreza que tenga el escritor o el parlanchín de turno, que muy bien pueden hacer su trabajo.


Así que siempre hasta el final de nuestros días vamos a necesitar un libro más.


Una palabra más que nos ayude a comprender y a acercarnos a la verdad.




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jueves, 9 de febrero de 2023

Vivir sin pensar




A veces siento que una de las alternativas más interesantes es la posibilidad de vivir sin pensar.


Sería como estar más conectado con el presente y la experiencia, desapegado de alguna forma del mundo de la abstracción y el simbolismo.


Suena interesante, en parte.


Porque también puede ser en exceso perjudicial o riesgoso.


¿La vida no está en el riesgo?


Tal vez, cuando el riesgo es tolerable, razonable de algún modo, y la ecuación da como resultado un signo positivo.


Es decir que la cuenta da bien.


De lo contrario el riesgo es zonzo, propio de los descabezados. Es decir de aquellos que pagan riesgo sin obtener beneficios.


Bajate de la cornisa ya.


Ya!


Sigamos…


¿En qué estábamos? 


En vivir sin pensar, algo que es una posibilidad para todos y que no pocos experimentan.


¿Les irá bien?


Más o menos, pienso. Deben andar de tropezón en tropezón. Choque tras choque. Pero viviendo.


No es poco.


En el otro extremo reside el ser recluido en la especulación de la abstracción, que lo observa todo, pondera, analiza y con suerte resuelve.


Decide y arremete.


Pero ese extremo que suele ser propio del precavido que quiere minimizar errores, riesgos, y traspiés, y al mismo tiempo salir airoso, también es peligroso porque se demora muchas veces la acción y se pierde de algún modo la vida.


Queda la persona embaucada en una suerte de elucubración improductiva, residiendo en el mismo mundo que supo construir y que le asegura la insana comodidad que justifica su quietud.


Entonces habría que ser equilibrista.


¿Balanceándonoslo entre los extremos?


Quién sabe, quizás lo mejor es estar atentos y comprobar lo que ocurre en la propia experiencia existencial. Porque las respuestas a las cuestiones de la vida que más funcionan solo las puede encontrar cada uno.


¿No?






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