¿Sí o no?
No voy a pontificar diciendo que el sí abre camino, despliega experiencia y construye realidad.
A pesar de los obstáculos, dificultades y problemas.
Tampoco voy a decir que el no es la mejor manera de preservarse, evitar problemas evitables y dilapidar tiempos valiosos de vida.
Porque muchas veces no hacer es infinitamente mejor que hacer.
Así que no voy a andar diciendo una cosa y otra, alentando a que cualquier lector se sume al equipo del sí o al equipo del no.
Sería una intromisión de mi parte ejercer una suerte de actitud propagandística o peor aún, azuzar con vaya a saber qué argumentos la conveniencia de alistarse a un equipo u otro.
Intromisión e imprudencia, sería. Porque a decir verdad como en otras cuestiones esenciales de los vericuetos de la vida donde se juega la existencia, no hay palabra santa.
Ni indicación infalible.
Lo único que puede salvar a cualquier susodicho es su propio discernimiento, su capacidad de análisis para dilucidar por motu propio luego de embaucarse en exhaustivas disquisiciones estratégicas guiadas por supuestas consecuencias futuras de su pensar.
Y una vez que visualiza la luz o tiene una acabada presunción de ella, por más certera o falsa que fuera, jugarse entero por la resolución afirmativa o negativa.
Estando por supuesto alerta a las consecuencias del caso, a la nueva información que surja, para replantearse lo decidido o reformular su decisión.
Teniendo presente siempre que es buena la convicción que impulsa pero es terriblemente perjudicial la persistencia cuando llega primero al capricho y luego a la terquedad, cada vez que la realidad dice una y otra vez…
Por acá no.
No y no.
Tal vez toda esta perorata nos habilita a pensar y descubrirnos ante la evidencia que hay personas con predisposición predominante del sí, y peroinas con predisposición predominante del no.
Y tal vez, por qué no, hay sujetos de pura cepa.
En definitiva habiendo no dicho lo dicho, y dicho lo no dicho, insto a las fuerzas del universo a que nos iluminen para saber cuándo son tiempos del sí y cuándo es preciso decir no.
Porque somos nuestro propio destino.
Que las decisiones correctas emerjan desde todos nosotros y asumamos la perspectiva que fuera más acertada.
Hoy y siempre.
Amén.
Leer Más...