¿Cómo resolver cualquier problema?
No es tan difícil, si uno lo supiera.
De lo contrario debe dilucidar los vericuetos de cada caso para desentrañar las decisiones más convenientes y los cursos de acción que fueran más efectivos.
Y sí, hay que pensar.
Darle vueltas a la cosa. Enredarla, desenredarla. Mirarla de arriba, de abajo. De un lado y del otro.
Ver también por supuesto las cosas y cuestiones aledañas a la cosa.
Tanto próximas como lejanas.
Y discernir por no decir presagiar las consecuencias de cada posible decisión y curso de acción tomado. Porque con cada movimiento se mueven o pueden mover las otras cosas, produciendo claramente desbarajustes o situaciones que exigen retomar las consideraciones que fueran necesarias para decidir de vuelta y tomar los cursos de acción que puedan ser más acertados.
No es fácil.
Obviamente.
Si fuera el paso uno, dos y tres. De tal o cual manera. Bien determinada y efectiva. Sería sencillo.
Una pavada.
Pero no, los problemas son una suerte de acertijos en algún aspecto y la manera de abordarlos responsablemente es con compromiso y con la ayuda tanto de la reflexión como del pensamiento estratégico.
Puede uno también abordarlos a la que re criaste. Pero es una perspectiva descocada que no augura buenos resultados.
Más bien dolores de cabeza.
Otra técnica burda es la posibilidad de mirar para otro lado con el infantil truco de creer que así el problema no perturba y de algún modo desaparece.
Pero no.
El problema está y debido a esa decisión lo esperable no solo es que persista sino que se acreciente.
De modo que al parecer, siempre por decir algo obviamente, lo mejor parecería ser mirar el problema y afrontarlo.
Agarrarlo de alguna forma con las propias manos.
Y luego resolverlo siguiendo tal vez las indicaciones que se intentaron indicar.
Con la única certeza que luego de ese problema, vendrá otro problema.
Y que si bien podemos resolverlos unos tras otros, siempre habrá nuevos problemas que nos vengan a buscar.
Como también siempre hay muchos problemas que la gente sabe generar.
Algunos innecesarios y zonzos, pero otros necesarios y convenientes para lograr lo que uno quiera lograr.
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