La vieja protestona
A los burócratas en verdad no les tengo miedo, ni sé por qué los puse. Debe ser porque intermedian en todo, meten las narices hasta en las cuestiones más privadas, y accionan para intervenir con la presunción de que arreglarán el mundo y la consecuente certeza de que lo estropean.
Como cualquier persona con dos dedos o uno de frente, puede observar.
Momento...
No caigo en el prejuicio porque no todos los burócratas son excesivamente intrusivos, se creen que se las saben todas, piensan que han venido a salvarnos, y tienen un complejo de inferioridad e inseguridad tal, que necesitan tener poder a cualquier precio aún cuando el rol que asuman los transforma en esclavos.
Hay también burócratas inteligentes. Pocos, pero hay.
Conozco un par, o por lo menos uno.
Sí, creo que uno al menos conozco. Aunque no estoy seguro.
Lo que me preocupa y me da miedo es la vieja protestona, yo por suerte no la veo pero la advierto y temo quedar embaucado en una vida con ella.
Por qué protesta la vieja?
Por todo.
Que hace calor, que hace frío, el viento, sol, lluvia, el vecino y la mar en coche.
Es un peligro que cualquier señorita linda e inteligente, de un paso en falso e inicie esa línea que la conduce directo a la amargura, la infelicidad y la desdicha, mientras agria su cara y si adopta esa postura indolente le amarga la vida a los demás.
Cada señorita bella e inteligente puede ser en potencia una vieja protestona.
Tienen que estar alertas ellas y nosotros.
Por eso quizás lo hablo con Flavia cuando muy excepcionalmente, por no decir con preocupante recurrencia, amaga para ese lugar o acciona de manera decidida.
Y por eso quizás escribo esto, que presumo me ocasionará algunas protestas y pataleos, esta vez posiblemente fundados.
Pero tal vez este escrito contribuya a la sana reflexión.
Recen por mí.
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