Justicia
Hacer justicia muchas veces significa venir al teclado y decirlo todo.
Abrir la boca bien grande, permitir el desahogo y facilitar la expresión. Con el fin de que ese decir que permanecía oculto en las profundidades, emerja ante nuestros ojos.
Creo que esa es la operación esencial que transforma a alguien en un escriba. Se trata de ejecutar ese acto silencioso pero efectivo, que busca en las profundidades lo que debería decirse, y aún no se dijo.
En esa operación escritural es donde emergen los significados, los conceptos y la propuesta de sentido.
Propuesta porque siempre hay una distancia entre lo que se dice y lo que se escucha. Entre lo que se escribe y lo que se lee.
Puede haber un acuerdo que facilita el entendimiento, pero es imposible negar la existencia de una brecha que más o menos visible acompaña esa intersección entre escritor y lector en la percepción del texto.
Todo esto debe ser cuestión de otros menesteres.
Ven…
Esto es lo que pasa muchas veces. Uno apunta a la justicia y el tiro sale para otro lado.
Es como si pifiase la pelota de pool o de fútbol.
Uno ve el arco, apunta y pega.
Pero sale para cualquier lado. Un lugar que uno nunca planeó y que sólo observa por el transcurrir de los hechos.
Bueno, eso.
Eso es lo que pasa a veces con la escritura.
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