domingo, 31 de agosto de 2025

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sábado, 30 de agosto de 2025

¿Qué aprendimos?


Buena pregunta.


Habría que indagar un poco…


Recuerdo en el colegio que con cierta frecuencia algún compañero de esos que creen más en la valentía que en la cobardía, preguntaba…


¿Y esto para qué nos sirve?


El profesor o la profesora solía contestar, algún día van a saber para qué les sirve.


Mí compañero y quienes atestiguábamos la situación teníamos una clara certeza de la circunstancia.


Nos quedábamos con las manos vacías.


Si nuestro Quijote no se doblegaba fácilmente e insistía, la respuesta era esencialmente la misma.


Ya van a saber cuando sean grandes para qué les va a servir esto.


La circunstancia favorecía que se fomente la silenciosa síntesis que surgía con convicción y que tragábamos en silencio…


Esto en verdad no sirve para nada.


El profesor o la profesora quizás bien intencionados y presos tal vez del sistema que les indicaba dar cierto contenido, hacía lo que podía para preservar el interés y la atención, pero esencialmente no lograba persuadir a la inteligencia que demandaba una racionalidad para el buen uso del tiempo.


Aquellas circunstancias es muy posible que suelan replicarse en ámbitos formales educativos y exigen revisarse para determinar el verdadero valor de lo que se procura enseñar y no dilapidar el valioso tiempo del profesor y los alumnos.


Si la sana pregunta requisitoria para qué sirve lo que se está dando, tiene una respuesta con argumentación razonable, debe darse. Si no la tiene y se cae en la evasiva, es porque la sospecha de la inutilidad encuentra su elocuencia.


Pero la vida no está como para andar malgastando tiempos ni hacer inefectivos los contenidos que se procuran enseñar. 


La vida es exigente, y cada minuto que la gente puede destinarle a su educación es muy valioso y debe ser bien utilizado.


La verdad que iba a preguntarme qué aprendimos e iba a desplegar mis aprendizajes más elocuentes.


Que suponía aparecerían como un conejo al teclear párrafo a párrafo.


Pero quedé atrapado en aquellas vivencias que evidentemente debían abordarse en la escritura para su elaboración.


La palabra en verdad incide, construye y transforma la realidad.


Valga entonces no haber puntualizado los aprendizajes para darle lugar a este escrito que quede a la vista de todos con la sana expectativa de que haga su trabajo.


Y que la pregunta, para qué nos sirve lo que nos están enseñando, quede replegada para siempre porque generó las transformaciones necesarias y no tiene más lugar en los ámbitos educativos.


Todo gracias a esos niños Quijotescos que en vez de aceptar dócilmente el mundo desbarajustado, se hicieron cargo de la sana rebeldía para construirlo.


Así se hace.



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viernes, 29 de agosto de 2025

¿Cómo escribir correctamente?



Bueno, hay reglas gramaticales.


Palabras que existen. Que son reconocidas y validadas por la Real Academia Española. Señores que de alguna manera custodian el buen uso del lenguaje.


Y dicen, esto sí, esto no.


Aquella palabra que no existía ahora es válida porque los pibes la están utilizando a diestra y siniestra o porque el avance del nuevo mundo para operarse la necesita.


Etcétera.


Eso por una parte.


Por otra parte hay un abordaje singular de la escritura que en mi opinión es sumamente respetable porque parte de la filosofía esencial que puede sintetizarse fácilmente.


Que cada uno haga lo que se le antoje.


Eso implica que el abordaje sobre la escritura es libre e instranferible. Puede hacerse de la manera que cada uno considere.


Y está bien.


Siempre recuerdo por ejemplo un autor de los más notables que decía que revisaba y corregía 40 veces cada párrafo.


Es respetable.


Pero también es respetable quien cree en la autenticidad de las palabras y se deja llevar por ellas, habilitándole lo que tengan para decir sin mirar para atrás ni ofrecer resistencia.


En lo personal creo en el ejercicio espontáneo de la palabra por la convicción de que la verdad se encuentra más cerca de lo que emerge de sopetón sin pensar que de lo que se orquesta con minuciosa estrategia.


Si hay alguna verdad para mí aparece cada vez que alguien se deja llevar por las palabras.


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jueves, 28 de agosto de 2025

¿Cómo vivir sin problemas?


Ahá.


Veamos…


¿Se puede vivir sin problemas?


Difícil, por no decir imposible.


Lo que se puede es reducirlos al mínimo posible pero no eliminarlos.


Y esa burda técnica también tiene su costo.


¿Cuál?


Vivir menos, con más previsibilidad, con menos aventuras, desafíos y logros.


La estrategia, me quedo acá. Así está bien, para qué me voy a meter en problemas.


Bueno, uno podría jubilarse de lo que viene y quedarse piola respirando, preservando el embole de la propia vida que invita a la reiteración de la rutina exudando previsibilidad.


Y quién te dijo a vos que está mal la rutina o la repetición y que además es un embole.


No hables pavadas, querido.


Perdón, sigo…


Pasa que algo tengo que decir y por ahí se me escapa la palabra.


La otra alternativa es inquietarse un poco y decir por ejemplo, che esto no es todo. No me voy a quedar en el comfort de la vida cómoda y hermosa que logré, por más linda y divertida que fuera.


No voy a ser el mismo hasta que me muera.


Mejor me sigo preguntando, ¿qué voy a ser cuando sea grande?


Más allá de la edad que tenga.


Voy a desestabilizar un poquito el presente para construir cada día un mejor futuro.


Si no me va a pasar como a esos viejos que viven poco y hablan de la vida que pasó con las anécdotas de siempre. En vez de hablar de la vida que construyen por delante.


Así que mejor miro para adelante, para no jubilarme en la vida que supe conseguir.


Para fomentar el deseo que es la esencia de la felicidad.


Y para vivir un poco más.


O para lograr vaya a saber qué cosa.


Sin reducirme a lo que fue, o a lo que es.


Y ahí obviamente vienen los obstáculos y los problemas que deberían enfrentarse con tanta valentía como determinación


Solo así pueden superarse.


Porque si no es todo piripipí.


Y más allá de esas dos perspectivas estructurales que favorecen o reducen la creación de problemas, y que sucintamente he procurado desarrollar de manera simplista pero elocuente, hay que saber que es imposible vivir absolutamente ajeno a los problemas más impredescibles que podamos imaginar.


A uno le duele de repente una muela, a otro le chocan el auto y a otro más le aparece una gotera en su casa.


O descubre que su mujer le guiñó el ojo al parquero.


Por decir gilipollas.


Por eso no reneguemos de esta condición natural de la existencia. 


Sepamos surfear los problemas que se presenten.


Y sepamos también generarnos los problemas necesarios para contribuir más, superarnos y construir cada día una vida mejor.


Amén. 


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domingo, 24 de agosto de 2025

¿Cuál es la certeza?


No hay certeza.


Sí, hay certeza.


No, no hay.


Bueno, veamos….


En algunas cuestiones hay certeza y en otras no.


¿Está bien así?


Puede ser, o es. Uno aprieta la tecla y se enciende la luz, o no?


Sí, salvo que esté quemada o no ande la electricidad.


O…


Bueno, pero esencialmente es así. 


¿La pared esa es blanca o negra?


Blanca.


Punto.


En cambio en otras cuestiones la certeza es más escurridiza, anda como evadiéndose y nunca puede atraparse por completo.


Mirá vos.


¿A qué te referís?


A cuestiones más de disyuntivas existenciales. Tomo este trabajo o el otro. Me voy a vivir acá o allá. 


Es esa señorita o la otra muchacha.


Qué sé yo, probá y fijate. No te vas a quedar resolviendo las cuestiones existenciales en el enrosque cabeceano.


Soltá la cabecita y agarrá la realidad.


Y ahí vas viendo.


Tranquilito, pero atento. 


Fijate qué sentís, si estás contento, qué te dicen las emociones. 


Qué expresa el cuerpo.


A dónde están en verdad las ganas.


Dónde querés quedarte y dónde es mejor que huyas cuanto antes.


En definitiva, quién sos auténticamente.


Eso se resuelve más confrontando con la realidad que indagando en la reflexión, que obviamente puede servir para orientar pero no define.


Más bien puede paralizar y embaucar. Darnos la razón aunque no la tengamos.


Es como una presunción, en el mejor de los casos.


La experiencia es quien lleva la batuta y te dirá si es por ahí o es mejor frenarse, doblar en la esquina o lanzarse a algún firulete.


Vaya uno a saber.


Pero certeza, lo que se dice absoluta certeza. Certeza unívoca e infalible.


No.


Esa, en ese tipo de cuestiones, siempre se le escapan a la cabeza y con suerte y atención las atrapa la experiencia y el corazón.


Suerte.






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