El pensamiento genera la emocionalidad. Y la emocionalidad sintetiza el malestar o bienestar que experimentamos.
Uno podría decir entonces que es mejor desintoxicarse que envenenarse a voluntad. Decidiendo con la arbitrariedad que tenemos los pensamientos que transitan por nuestras cabecitas.
No es tan fácil.
Por supuesto, si no andaríamos todo el día con una sonrisa de oreja a oreja experimentando la felicidad.
Pero…
Las circunstancias se imponen y nuestra cabecita no puede dejar de experimentar lo que experimenta. Es decir, focalizar a veces en lo que fuera negativo y dejarnos embaucados en ese torbellino de pensamientos que nos afectan negativamente y pueden arruinarnos.
¿Qué hacer?
Cada uno sabrá, por supuesto. Porque la vía de negación tiene sus precios.
Que no suelen ser económicos.
Así que mirar para otro lado o taparse los ojos sería una técnica tan burda como inefectiva.
Sería como decir, acá no pasó nada, y negar infantilmente la cruda realidad.
Con lo cual un truco de mayor madurez podría ser alertarnos de los pensamientos que están tomando nuestra cabecita.
Por más negativos que fueran.
Mirarlos con atención, teniendo siempre presente sus injerencias.
Positivas o negativas.
Luego darle el espacio que juzguemos conveniente, como para explorar la cuestión que sea, comprender, y darnos la posibilidad de crear decisiones y cursos de acción que incidan sobre esas situaciones.
Porque no somos víctimas de la realidad que acontece, sino creadores de nuestras propias circunstancias.
Y luego de un breve proceso productivo de análisis y abstracción, definir nuestra posición con el accionar que se consideremos más efectivo posible.
Hasta ahí.
En caso de que estemos embarullados en ideas negativas que pueden ser bien fundadas, pero pueden llegar a jorobarnos.
Ideas disparadas obviamente por hechos maliciosos o injustos que indefectiblemente nos afectan.
Así que estar atentos, comprender, analizar. Zambullirse en la abstracción y luego decidir.
Fin.
Darnos manija sobre lo negativo que acontece y observar fundadamente las injusticias que elocuentemente se observen, no es buena idea.
Porque nos lleva a mal puerto.
Solo mirar un poquito, detectar lo negativo y darle el espacio que consideremos.
Al parecer, cuanto más breve mejor.
Si no hacemos eso y nos adentramos a lo negativo dándonos manija, nos envenenamos improductivamente y la felicidad se nos escabulle.
Lo cual sería un grave error porque la vida es muy corta y esa posibilidad no es conveniente.
Sería como permitirnos la zoncera y darnos permanentemente con un palo en la cabeza.
Es preferible salir a caminar o ponerse a levantar un barrilete.
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